En la fecha, en Winchester, el príncipe FELIPE de España (futuro FELIPE II), se casa en segundas nupcias, por motivos políticos y religiosos, con su tía segunda MARÍA I Tudor. Ella lo amaría y obedecería «pero si él deseaba entrometerse en el gobierno del país, no podría permitirlo». Sólo compartieron su vida quince meses (hasta setiembre de 1555 en que FELIPE II tuvo que ocuparse de la sucesión al trono de España, tiempo preciso, por otra parte, para dejarla embarazada, según él creyó -y ella también-, pero para gran humillación de María se trató de una mera suposición). Un heredero católico podría mantener a Inglaterra dentro de la Iglesia, cuando MARÍA muriese… pero no tuvo sucesión. FELIPE no la ama y es detestado por la mayor parte de los ingleses. El matrimonio durará cuatro años.
MARÍA I Tudor (Reina de Inglaterra, esposa de FELIPE II)(1553-1558)
Total de piezas: 18
Durante esos eventos, proseguía vigorosa la restauración de la antigua religión en Inglaterra.
Durante esos eventos, proseguía vigorosa la restauración de la antigua religión. Se reconstruyeron los altares; se removió a los clérigos casados; se celebraron misas solemnes en San Pablo; nuevos obispos fueron consagrados según el ritual antiguo. El segundo parlamento del reinado de MARÍA abrogó el título de cabeza suprema y se llegó a intentar aplicar los estatutos contra la herejía, pero esto fue rechazado por los Lords.
MARÍA TUDOR, consigue del parlamento ibglés la restauración del catolicismo.
El legado del papa en Inglaterra, el cardenal Pole, una vez solemnizado el matrimonio entre MARÍA I Tudor y el príncipe FELIPE de España, completa -en la fecha- las formalidades de la reconciliación de Inglaterra con Roma en el palacio de Whitehall. Pero todo ello queda en puro episodio. MARÍA TUDOR, tras haber conseguido del parlamento la restauración del catolicismo, no consigue ni la declaración de heredero presuntivo para su marido ni ayudas económicas al imperio de CARLOS (V) contra Francia. Inglaterra se halla sumida en una guerra interna de equilibrios. Los españoles que vinieron con FELIPE en más de cien navios de escolta constituyen un virtual ejército de ocupación dispuesto a entrar en combate en el momento preciso.
Se exacerban los ánimos de los reformadores más fanáticos que durante años han combatido al Papa y denunciado abiertamente la transubstanciación.
Todo lo anterior exacerba los ánimos de los reformadores más fanáticos, hombres que durante años han combatido contra el Papa y denunciado abiertamente la transubstanciación. Probablemente están en lo cierto MARÍA y sus asesores al pensar que la paz religiosa es imposible a menos que se acalle a esos fanáticos, de modo que se comienzan a aplicar de nuevo los castigos en contra de la herejía. Estos castigos, después de todo, nunca han dejado de ser parte normal en la vida inglesa. Durante los reinados de Enrique VIII y de Eduardo VI, muchos han sido quemados a causa de la religión, y los obispos protestantes como Cranmer, Latimer y Ridley han tenido que ver directamente con la aplicación de esas penas. Se admite hoy que no ha sido la sed de venganza sangrienta la que ha motivado los lamentables hechos que suceden, pero ciertamente pesarán mucho sobre la memoria pública acerca de MARÍA y es del todo probable que ella sea la principal responsable de dichas acciones, llevada por un equivocado celo por la paz de la Iglesia.
Tomás Cranmer es ejecutado.
A la muerte de Eduardo VI, Thomas CRANMER desgraciadamente acepta la voluntad del rey moribundo que la sucesión pase a la Dama Juana Grey. Por esto y por su trabajo reformador, fue encarcelado, degradado por la reina MARÍA I Tudor. CRANMER escribe dos retractaciones de sus supuestamente doctrinas heréticas mientras está preso, pero al final las desdice, y muere heroicamente, diciendo: «Puesto que la mano ofendió al escribir contrariamente al corazón, que sea castigada primero; porque si de llegar al fuego será quemada primero». Y así sucede el de marzo de 1556 en Oxford.
MARÍA I Tudor pronto se ganará el sobrenombre de «Bloody Mary» (María la Sanguinaria)
MARÍA I Tudor pronto se ganará el sobrenombre de «Bloody Mary» (María la Sanguinaria) por enviar al cadalso, en menos de cuatro años, a 277 protestantes eminentes, entre ellos a Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury, que dispuso los legalismos que permitieron a ENRIQUE VIII divorciarse de la madre de MARÍA. Nunca se sabrá con certeza si también ISABEL, la hermana de MARÍA, ha estado implicada en estos eventos, pero a ella, como a muchos otros, se le concede misericordia. Algunas de esas personas, como Cranmer, Latimer y Ridley, tienen influencias y gozan de alto nivel, pero la mayoría pertenecen a los niveles inferiores. Estos, sin embargo, son igualmente peligrosos pues la herejía y la sublevación constituyen casi conceptos intercambiables. María y sus consejeros seguramente creen honestamente estar aplicando el único remedio posible para quitar una enfermedad mortal del cuerpo político… Lo que ellos hacen a una escala hasta ahora desconocida en Inglaterra se debe a la herejía que ahora existe, asimismo, en una escala desconocida.
FELIPE II viaja a Inglaterra preocupado por sus estados. Se reúne con María Tudor.
FELIPE II viaja -en la fecha- a Inglaterra preocupado por sus estados. MARÍA aguarda ilusionada a FELIPE en Greenwich. Ya reunidos, ambos salen hacia Whithall, pero la multitud no los aclama por las calles. Su popularidad ha disminuido considerablemente, pues el rey de España ha hecho este largo viaje a Inglaterra para pedir dinero con el que poder costear sus guerras contra Francia y el papado. FELIPE II consigue la ayuda requerida, no del parlamento anglosajón, sino de la propia MARÍA TUDOR, que logra préstamos particulares y declara -por amor a FELIPE II- la guerra a la nación francesa.
Fallece MARÍA I Tudor, esposa de FELIPE II, sin sucesión.
Fallece sin sucesión, en Londres, de una gripe, MARÍA I Tudor, reina de Inglaterra y de España por ser esposa de FELIPE II. Sin duda que algo de esa dureza de MARÍA I Tudor, que contradice la clemencia y la generosidad que ella ha mostrado durante la parte anterior de su vida, se puede explicar por la amargura de la que ha sido víctima en sus últimos años. Ha sido inválida durante largo tiempo y, durante el reinado de su hermano, ha padecido varias enfermedades serias. La hidropesía se había vuelto crónica y su condición no tenía remedio. María nunca puso el pie en el país de su marido, y este permaneció escasos días en Inglaterra. Para colmo, estaba enamorada locamente de su marido, quien no correspondía a ese afecto, y cuando se comprueba que no podrá tener descendencia, él la trata de manera desconsiderada y abandona Inglaterra definitivamente. En el último año de su vida sobreviene la pérdida de Caláis, y se dan varios malentendidos con la Santa Sede, por la que ella tanto ha sacrificado. El peso de tantas frustraciones puede mucho en la vida de la reina. MARÍA muere muy piadosamente, como ha vivido, unas horas antes que su amigo, el Cardenal Pole. Sus cualidades han sido muchas.