Durante el multitudinario acto religioso, ante los astilleros de Gdansk (Polonia) se homenajea al fallecido Papa Juan Pablo II por su papel como inspirador del nacimiento del sindicato. Su sucesor, Benedicto XVI, en un mensaje leído por el arzobispo de Cracovia dice que Solidarnosc “no sólo trajo de manera pacífica cambios políticos inimaginables en Polonia, colocando al pueblo polaco en el camino de la libertad y la democracia, sino que también enseñó a otras naciones del antiguo bloque oriental la posibilidad de corregir las injusticias históricas.”

Sin ser todavía santo, ni siquiera beato, personas de todo el mundo –católicos y de otros credos– lo veneran y se encomiendan a él. Cada día, frente a su tumba bajo la basílica de San Pedro, la devoción por Juan Pablo II es bien visible. Por eso ha causado una pequeña conmoción que, precisamente desde su amada Polonia, hayan surgido, en la fecha, dudas científicas sobre el milagro escogido para su causa de beatificación. Nadie en Roma se atreve a hipotetizar que el proceso de elevación a los altares de Karol Wojtyla no vaya a seguir adelante. Como mucho, podría sufrir un incómodo retraso. Posiblemente ni eso. Pero las declaraciones del profesor de neurología Grzegorz Opala al rotativo polaco Rzeczpospolita han colocado un pequeño interrogante en lo que parecía un cúmulo de certezas. Se trata de la curación de la Hna Marie-Simon-Pierre que tuvo lugar el 2 de junio de 2005. Se sabe, por otra parte, que la Iglesia tiene catalogados al menos 251 posibles milagros atribuidos a Juan Pablo II. Se ha rumoreado en un principio que la beatificación de Juan Pablo II podría tener lugar en el mes de octubre de este mismo año.