La batalla que tiene lugar en las Navas es terrible y «Miramamolín» -a pesar de su mayor número de contingentes- huye dejando infinidad de cadáveres. Se habla de 60.000 moros muertos o hechos prisioneros. Después de la gran batalla, en el mismo campo se entona un Tedeum por el Arzobispo de Toledo con el ejército castellano congregado en torno a él, mientras navarros, aragoneses y catalanes persiguen a los musulmanes en fuga. La Iglesia conmemorará tan gloriosa victoria con la fiesta llamada Triunfo de la Santa Cruz (16 de julio). Bernat Desclot, al mencionar la batalla de las Navas de Tolosa señalará, en su Crónica, que en dicho combate han intervenido «los tres reyes de España, de los cuales uno fue el rey de Aragón».
