NAPOLEÓN, harto de esperar inútilmente en una ciudad fantasma, ordena el retorno.


El 13 de octubre, la nieve hace su aparición, seguida bien pronto de un frío glacial al que los soldados franceses no están acostumbrados. NAPOLEÓN, el 19 de octubre se da cuenta de que no puede hacer otra cosa que retirarse, retroceder hasta Smolensk y establecer allí sus cuarteles de invierno. A continuación reuniría refuerzos y se aprestaría para un segundo avance en primavera. El 19 de octubre, NAPOLEÓN, ordena la retirada. Pero Kutúzov no tiene la menor intención de permitir que NAPOLEÓN pueda cumplir sus planes. Aplica entonces una táctica consistente en evitar el combate en campo abierto, pero sin dejar de hostigar constantemente a las columnas francesas en retirada. Ataca a las bandas aisladas, de tal manera que el ejército francés se encuentra con que sólo puede retirarse sin percances por la ruta precisa que ha utilizado para avanzar: la ruta, por tanto, en la que los rusos en retirada lo han destruido todo. El tiempo empeora conforme los franceses marchan. La nieve y el frío arrecian. No queda posibilidad alguna de detenerse en Smolensk; se ha de proseguir a través de aquel terrible paisaje. El ejército francés se transforma en una masa desordenada que sólo tiene conciencia de que marcha y sufre interminablemente.