Después de tres meses de asedio, Lleida capitula ante las tropas castellanas en julio de 1644. Las tropas del rey FELIPE IV, entran en Lleida el 6 de agosto y, al día siguiente, en la fecha, FELIPE IV renueva en esta ciudad su juramento de fidelidad a las libertades y constituciones catalanas, prometiendo que estos derechos no se verán afectados por la rebelión del Principado, y la posterior sumisión de la Diputació al monarca francés. FELIPE IV, opta en lugar de la venganza por atraerse a la población. Este gesto real tiene un alto valor simbólico y contribuye a aumentar el número de catalanes partidarios del retorno a la monarquía hispánica.
