DIOCLECIANO llega a la conclusión de que los cristianos son los culpables de todos sus males.


Durante casi veinte años del largo reinado de DIOCLECIANO, este emperador -en general- no sólo da libertad de culto a los cristianos sino que les abre el acceso a las más altas dignidades. Pero en Febrero de 303, acuciado por las constantes rebeliones en las provincias del Imperio, dejándose llevar por los consejos de su ayudante GALERIO, por los adivinos y por los sacerdotes paganos, DIOCLECIANO llega a la conclusión de que los cristianos son los culpables de todos sus males. Inicia en consecuencia, en la fecha, una persecución que tiene por objeto borrar al cristianismo del Imperio. La despiadada cacería comienza en Nicomedia, ciudad en la que el emperador reside con su corte; el obispo ANTIMO y los cristianos que ocupan puestos importantes son ejecutados, los bienes de la Iglesia confiscados y la gran basílica cristiana destruida. De allí la persecución se extiende a todo el Imperio. Debido a la persecución de cristianos y la destrucción en Roma de todos los escritos de la Iglesia llevadas a cabo por el emperador DIOCLECIANO en el año 303, hoy quedan muy pocas pruebas de la presencia de los primeros cristianos en la zona del monte Vaticano.