Desde el comienzo de su ofensiva general en 1/1945, el avance del Ejército Rojo ha sido espectacular.


Desde el comienzo de su ofensiva general de invierno en enero de 1945, el avance del Ejército Rojo ha sido espectacular. A pesar de la enérgica defensa y de los ocasionales contraataques germanos, las tropas soviéticas han recorrido en poco más de tres semanas el amplio espacio que separa el río Vístula del Oder, último gran curso fluvial en su camino a Berlín, a un ritmo que supera los 30 km diarios. Es más, en su orilla occidental han logrado establecer dos importantes cabezas de puente: una al sur de Frankfurt del Oder y otra al norte de Küstrin, población a sólo 65 km de la capital. Las batallas defensivas no tienen cabida en la mente de Hitler, que hace oídos sordos a los informes sobre el inminente paso del Oder por los soviéticos. Se aferra a cualquier vana esperanza, moviendo una y otra vez los ejércitos germanos en busca de la oportunidad de recuperar la iniciativa definitivamente pérdida. Nadie, o casi nadie, se atreve a llevarle la contraria.