Por el Tratado de París de 1259, el rey de Francia LUIS IX el Santo llega a un acuerdo con Inglaterra sobre las reclamaciones de ésta en Francia. De hecho, el rey inglés ENRIQUE III renuncia formalmente a todas las posesiones de sus antepasados normandos y a todos los derechos que pudieran corresponderle sobre la corona de Francia. Esto incluye la pérdida de Normandía, Anjou y todas sus demás posesiones en territorio continental, salvo Guyena y Aquitania, que ha heredado por vía materna. Estas dos regiones quedan sometidas al homenaje, una especie de pago, renta o tributo que ENRIQUE III otorgará al rey francés para conservarlas.
