Durante un tiempo, SERTORIO se mantiene firme e incluso sus tropas celtíberas y lusitanas derrotan a algunos de los ejércitos enviados por Roma. Pero luego las cosas empiezan a ir mal, muchos de sus partidarios lo abandonan y uno de sus hombres de confianza Marco Perpenna, lo asesina -en la fecha- durante un banquete. Su guardia personal, formada por hispanos, se suicida en el acto según la tremenda costumbre del país. En este momento, diversas ciudades se someten a POMPEYO. También se someten los vascones leales a Sertorio. Sólo se resisten: Tiermes, Uxama (Osma), Clunia y Calagurris, pero las tres son tomadas por los legionarios romanos. Cabe hacer especial mención a la obstinación final de Calagurris, en cuyo asedio según la propaganda de la época los sertorianos más radicales llegan a la antropofagia antes de rendirse a las tropas pompeyanas. Este hecho trascenderá tanto en la opinión pública que bien entrado el Imperio aún se hablará de la «fames calagurritana». La mayoría de los prófugos sertorianos huyen a Mauritania o se unen a los piratas cilicios.
