Pero la muerte de Rasputín no tendrá precisamente las consecuencias que sus asesinos esperan.


La noticia del asesinato de RASPUTÍN es celebrada en todo San Petersburgo. Sólo la familia real presencia su entierro. Los conspiradores son pronto descubiertos y, como era de esperar, penados con un leve destierro. Pero la muerte de RASPUTÍN no tendrá precisamente las consecuencias que sus asesinos esperan. La crisis se acelerará. Pocos meses después, Rusia perderá la guerra y la familia imperial será ejecutada tras su abdicación. Los bolcheviques tomarán el poder en Rusia. Este suceso servirá en realidad de prólogo a la Revolución, ya que odiado por la aristocracia, RASPUTÍN sirve como pretexto a los revolucionarios para acusar a la zarina y, por ende, a la institución. Parece ser, por otra parte, que la intervención de los presuntos asesinos, Purishkevich y Yussupov, cubrían con su atribución de los hechos, al principal instigador, el gran duque Dimitri Pavlovic Romanov que de esta manera no perdía las posibilidades de heredar la corona rusa en el hipotético caso que los zares fuesen expulsados del poder o no tuviesen descendencia.