Inglaterra divide sus colonias en tres clases: de posición, de explotación y de poblamento.


Inglaterra divide sus colonias en tres clases: de posición, destinadas al abastecimiento de sus barcos (Gibraltar, El Cabo, Suez, Hong Kong, etc); de explotación, como la India; y de poblamiento, como Canadá, Australia o Nueva Zelanda. Estas últimas se convierten en dominios dotados de una constitución propia, supervisada por la Administración británica. Por la Conferencia de Berlín (1884-1885), Gran Bretaña consolida su imperio colonial en África, que se extiende desde Egipto hasta Suráfrica.