Juan PRIM i Prats nace en Reus (Tarragona) el 6 de diciembre de 1814, hijo de Pablo Prim, un Notario, hijo de notarios, que ha ejercido en esta ciudad de 1806 a 1808, para luego ingresar en los ejercitos nacionales cuando nos invaden los franceses, donde alcanza el grado de teniente coronel.

En 1833 al comenzar la Guerra Carlista Juan PRIM i Prats, con 19 años se alista en los “Tiradores de Isabel II” un cuerpo franco de “miqueletes”, voluntarios que suplen la falta de tropas regulares, y a los que ha dado nombre su primer jefe, un valenciano llamado Miquelot. Los miqueletes han sido disueltos en la paz de Rysswick pero en Catalunya conservan este nombre los fusileros de montaña y los cuerpos improvisados en tiempos de guerra o agitación, y es en estos cuerpos, en pleno alzamiento carlista, donde se alista PRIM y donde muestra unas dotes de valor y temeridad relevantes.

La política interna española muestra una evidente decadencia. La Unión Liberal encuentra en O’DONNELL, Ríos Rosas, Cánovas y PRIM a sus personajes imprescindibles. O’DONNELL sueña con reverdecer viejos laureles imperiales, tal vez para solapar los graves problemas internos, con rimbombantes expediciones militares a la Conchinchina, el Pacífico y México, pasando por Marruecos. La Cuádruple Alianza, coloca a las naciones ibéricas bajo la protección de las dos grandes potencias liberales como pequeños satélites, convertidos en sus piezas de caza financiera y económica y sometidos a un ambicioso proyecto colonialista.

Juan PRIM i Prats, en 1839, con solo 25 años, por su comportamiento en el combate de Casa llovera, es ascendido a coronel.

Tras el pronunciamiento liberal de La Granja los constitucionalistas se dividen en conservadores y progresistas. Estos últimos, dirigidos por Calatrava y Mendizábal, cuentan pronto con la adhesión de PRIM de ideología liberal.

PRIM, descontento de la política que sigue ESPARTERO como regente, a pesar de que en su momento lo ha votado, se añade al movimiento antiesparterista. En 1843 y en su Reus natal, PRIM, juntamente con Milans del Bosch, se pronuncia contra el Regente de España, Baldomero ESPARTERO, Duque de la Victoria. PRIM se ha enemistado con ESPARTERO y su gobierno a los que acusa de favorecer los tejidos ingleses con el fin de arruinar la industria textil catalana y tener más sometido el territorio catalán.

El general Martín Zurbano sale con sus tropas de las cercanías de Barcelona y se dirige a Tarragona, y de allí a Reus, centro de la revolución catalana. La ciudad, sin defensas, es presa fácil de Zurbano, que permite la salida de PRIM y los suyos, que abandonan la ciudad hacia Barcelona que está de su lado, para evitar un sangriento asalto. Se contará que los reusenses increpan a PRIM por haberles traído la agitación y consiguiente represión, y el coronel se dirige a sus conciudadanos y les asegura que allí mismo donde le increpan le levantarán una estatua, cosa que resulta cierta pues el lugar es actualmente la Plaza llamada “Prim” y contiene en el centro la estatua ecuestre del militar.

PRIM bombardea Barcelona desde Montjuïc y toma la ciudad derrotando a los rebeldes y dejando la ciudad pacificada. PRIM se convierte por estas acciones en uno de los hombres del régimen moderado, hecho por el que se le otorga el título de conde de Reus y vizconde del Bruc con derecho hereditario. Por estas acciones también recibe, de SERRANO, el fajín de general. La rendición de Barcelona supone el incremento de la centralización del poder en el gobierno de Madrid y la sumisión definitiva de la ciudad de Barcelona. (Montjuïc siempre ha sido un lugar estratégico desde el cual defender la ciudad por lo que desde antiguo han habido fortalezas en su cima. En 1751 se construyó el actual castillo, obra de Juan Martín Cermeño, que durante la Guerra de la Independencia Española fue ocupado por los franceses. Al igual que ha sido un punto estratégico para la defensa de la ciudad, lo ha sido para mantenerla bajo control, junto con la fortaleza de la Ciutadella en el otro extremo de la ciudad.)

Poco después PRIM vuelve a Madrid, pero los conservadores lo envian como comandante militar de Ceuta, cargo que PRIM rehusa, abandonando España.

Cuando PRIM regresa a Madrid, NARVÁEZ le acusa de un supuesto complot por el que es condenado a seis años de encierro en un castillo, condena que empieza a cumplir en el fuerte gaditano de San Sebastián, debiendo haber sido enviado a las Islas Marianas, pero la madre de PRIM pide gracia a NARVÁEZ que finalmente la concede. PRIM vuelve a marchar al extranjero.