Comienza el contraataque ruso en Stalingrado dentro de la Operación Urano. Su objetivo final es la expulsión de las fuerzas alemanas del río Volga, atrapando a las fuerzas alemanas ubicadas en Stalingrado. HITLER está en Munich, en la celebración anual del Putsch de la cervecería en 1923, cuando llegan las noticias de la contraofensiva, que amenaza con rodear al Sexto Ejército alemán de Paulus. El nuevo jefe del Estado Mayor, Zeitzler, sugiere una retirada por el río Don, pero HITLER insiste que no se moverá del Volga.

Las dos fuerzas independientes soviéticas que deben rodear Stalingrando se encuentran cuatro días después después de haber iniciado la operación. El Sexto Ejército alemán al completo, un cuarto de millón de hombres, está cercado. Si no se repliegan ahora, cuando aún pueden, se enfrentan a la aniquilación. Las temperaturas alcanzan los 30 grados bajo cero y la ración de pan, que ya ha bajado a 100 gramos diarios, se reduce a la mitad. Los soldados, hambrientos, tienen que sacrificar a sus caballos, y después, hasta desmembrar sus esqueletos helados para comerse los huesos. Los hombres de Paulus no tienen ni provisiones ni fuerzas para atravesar las líneas enemigas. A pesar de esta situación desesperada y de los consejos de sus jefes militares, HITLER se niega a pensar en una retirada.

Los oficiales y marineros de la flota de guerra francesa acantonada en la base de Toulon durante la ocupación alemana y en el momento en que las tropas alemanas deciden tomar el control de la zona no ocupada o Francia de Vichy y ante el temor que se apoderaran (y utilizaran en contra de los aliados) los barcos allí amarrados, los sabotearon y hundieron en el puerto, mientras se acercaban las tropas «nazis» con sus «panzer».

Bajo la dirección del físico italiano Enrico Fermi, el 2 de diciembre de 1942 se provoca en Estados Unidos de América una reacción nuclear controlada en una gran pila de uranio y óxido de uranio. Con ello se inicia la «era atómica», y ahora era necesario idear un ingenio lo bastante reducido como para transportarlo a bordo de un avión, y que además estalle sólo cuando sea necesario.

En las últimas semanas de 1942, FRANCO deja bien claro que la ofensica angloamericana en el oeste mediterráneo no ha hecho que cambiara su orientación política y lanza diversas diatribas públicas de corte fascista. En la fecha, en el primer aniversario del ataque japonés sobre la base naval americana de Pearl Harbor, FRANCO dice: «Se engañan quienes sueñan con el establecimiento en el oeste de Europa de sistemas demoliberales…». Y el 18 de este mismo mes, en la Escuela Superior de Guerra, dice: «El destino y el futuro de España están estrechamente unidas a la victoria alemana». FRANCO hace gestos fascistas verbales de cuando en cuando, en parte para animar a la FET y en parte para mantener la unidad relativa que existe en sus fuerzas siempre en tensión. Por su parte, Gómez Jordana sigue dirigiendo la diplomacia española, lento pero seguro, hacia una postura más despegada y más neutral. En este sentido, FRANCO está cada vez más dispuesto a dejarse convencer y un cambio de actitud es lo que le propone también su subsecretario, Carrero Blanco, neutralista convencido que cada vez tiene más influencia sobre él.

A finales de 1942, con Alemania empeñada en la guerra de Rusia, los británicos sirviéndose de rutas de suministros fuera del Mediterráneo, pueden aplastar en El Alamein a las fuerzas de Rommel. La retirada alemana a Túnez, en el este, unida a los desembarcos aliados en el oeste de África, permite que se tomen bases aéreas avanzadas que son determinantes, con lo que la guerra en los cielos del Mediterráneo se desnivela en contra de la Lutfwaffe. Los aliados, con su recién adquirida superioridad aéra, cortan las líneas de suministros del Eje a Túnez, obligándole a la rendición. Con la Luftwaffe derrotada, los pocos buques de superficie y submarinos italianos que quedan no podrán oponerse a los desembarcos aliados en Sicilia. La guerra del Mediterráneo está llegando a su fin.

La Luftwaffe de Göring no logra hacer llegar las provisiones necesarias al Sexto Ejército alemán, aislado en Stalingrado.

Los años de ocupación de los Países Bajos son duros, asistiéndose a masivos traslados a campos de concentración. Más de 100.000 judíos holandeses mueren en los campos de exterminio nazis, entre ellos 20.000 alemanes que han huido anteriormente a los Países Bajos. Amsterdam resulta muy afectada, ya que casi todas las familias son judías o tienen familiares judíos. La mayoría pierde a uno o varios familiares. Se crea un fuerte movimiento de resistencia activo a pesar del régimen represivo.

El gobierno húngaro trata de mantener, sin embargo, abiertas todas sus opciones. Procura proteger a los judíos húngaros contra la aniquilación nazi y no duda en negociar en secreto con los Aliados occidentales, sobre todo después de que la ofensiva rusa en Stalingrado ha destruido prácticamente los contingentes húngaros adscritos al ejército alemán.

En el frente oriental , una ofensiva del Ejército Rojo recupera Voronezh, en el río Don. Un avance ruso puede haber aislado al Wehrmacht en el Cáucaso, pero la retirada de los alemanes del sudeste está bien organizada y eluden la trampa soviética.