Las tropas francesas, ya dentro de la Península, se distribuyen en tres núcleos principales: uno en el centro, que asegura la comunicación entre Madrid y Francia, con unos 75.000 hombres; otro en Portugal, formado por unos 28.000 hombres y otro en Catalunya, al mando del General Duhesme, formado por unos 14.000 hombres.

El cuartel general de los catalanes está establecido en Vilafranca. La Junta ha ordenado (9/1808) que todos los tercios del Principado asedien Barcelona que sigue sometida a los franceses. Así se hace y el general Duhesme queda cerrado materialmente dentro de la ciudad. Parte de las fuerzas que han llegado a la Península con el emperador, bajan hacia Barcelona. Vencen en Roses, Llinàs, Valls y, en la fecha, vencen a las tropas castellanas y catalanas en la línea del Llobregat dispersándolas con notables pérdidas.

El general DUHESME monta -para la fecha- en Barcelona, un aparatoso acto de jura de las nuevas autoridades en la Sala de la Audiencia (antigua Diputación). El mismo se autonombra Presidente de la Audiencia y reparte una serie de cargos a distintos colaboracionistas. Pero la inmensa mayoría de las autoridades de Barcelona se niegan a prestar juramento al rey JOSÉ I.

El denominado «Complot de la Ascensión» que tiene lugar en la fecha, día de la Ascensión, es una conjura antinapoleónica que tiene el objetivo de neutralizar la presencia francesa en Barcelona. La conjura pretende combinar la colaboración de dos capitanes italianos, que deben entregar Montjuïc y los Astilleros, con un levantamiento general y la rápida intervención de partidas de guerrilleros próximas y de barcos ingleses. El plan fracasa porque uno de los conjurados, el capitán italiano Provana, se vende a la policía y cita a su casa a los conspiradores Salvador Aulet, corredor de cambios, y Joan Massana, ciudadano de Barcelona, donde tienen acceso agentes escondidos para escuchar la conversación.

Provocada la derrota de los planes previstos, son detenidos los implicados en el «Complot de la Ascensión». Dieciocho leales patriotas catalanes son juzgados y cinco de ellos condenados a muerte: Juan Gallifa, teatino; Joaquín Pou, párroco de la Ciudadela; Juan Massana, oficial del Reino; Salvador Aulet, corredor de cambios y José Navarro, subteniente del regimiento de Infantería de Soria. Son ejecutados el 3 de junio de 1809. La escena se contempla en una de las cuatro composiciones de azulejos que flanquean el monumento a los héroes de Barcelona. El conjunto es grandioso, obra de Josep Llimona y Vicenç Navarro. El singular testimonio está ubicado con fecha MCMXXIX en la plaza de Garriga i Bachs, frente a la entrada al claustro de la catedral de Barcelona. Abajo, una serie de cuatro grabados recuerdan la historia de esos héroes y también de otros tres que, desde el campanario de la catedral, llamaron a “someten”.

Los franceses, que han descubierto un plan por el que la ciudad de Barcelona quiere sublevarse, proceden a detener y a ajusticiar -3/6/1809- a cinco patricios barceloneses.

Son ejecutados, en la fecha, los tres catalanes que, desde el campanario de la catedral de Barcelona, han llamado a “someten”: Pedro Lastrostas, Julián Portet y Ramón Más. Después de esconderse en la catedral, han sido detenidos por los franceses.Este hecho heroico se refleja en el monumento de la plaza de Garriga i Bachs, frente a la entrada al claustro de la catedral de Barcelona.

Durante un corto periodo de tiempo el Diario de Barcelona se publica a doble columna en catalán y francés (marzo y septiembre del 1810). Durante este tiempo, la cabecera es ‘Diario de Barcelona y del Gobern de Catalunya’. A partir del 11 de abril de 1810, y con el objetivo de destacar su papel de portavoz del gobierno, recibirá el nombre de ‘Diario del Gobern de Catalunya y Barcelona’.

Ante lo grave de la situación, el Rey JOSÉ I huye de Madrid dirigiéndose a Valencia y SOULT levanta el sitio de Cádiz, evacúa Andalucía y se retira también sobre Valencia. De Valencia el ejército del Mariscal SUCHET se retira sobre Barcelona. Mientras tanto, las fuerzas españolas van recuperando terreno y acorralando a las francesas en Barcelona, donde se disponen a defenderse, pero se hallan muy debilitadas.

En febrero del 1814 el antiguo Diario de Barcelona recupera el nombre de ‘Diario de Barcelona’, que ha perdido durante la ocupación, y el mismo año pasa a manos de Antoni Brusi. La identificación del ‘Diario de Barcelona’ con la familia Brusi llegará a ser tan grande, que en poco tiempo todo el mundo lo conocerá como ‘El Brusi’.