La empresa eléctrica Riegos y Fuerzas del Ebro, filial de La Canadiense, que pretende una disminución de los salarios, despide algunos trabajadores.  Los sindicatos, a su vez, piden un reconocimiento de su papel en la empresa. Empieza una huelga de 44 días en esta empresa que se convertirá es un hito fundamental de la historia del movimiento obrero.  Por fin, se conseguirá, por primera vez, la jornada de ocho horas y se demuestra la fuerza de la CNT.  Se llega a un acuerdo y la empresa acepta las reivindicaciones de los obreros, que vuelven al trabajo. La huelga resulta especialmente grave porque de hecho supone la paralización de la industria barcelonesa en su totalidad. El enfrentamiento provoca una airada reacción en las clases conservadoras, que como primera manifestación crean un cuerpo armado de la clase media (el somatén). La dureza de la lucha social empuja a los anarquistas militantes en los sindicatos hacia el maximalismo mediante el uso de la violencia.

El recurso a elementos de las fuerzas armadas para suplir al personal obrero en la Huelga de la Canadiense es asazmente utilizado por los gobiernos desde esta famosa huelga, cuando soldados de Ingenieros deben suplir al personal de los transportes públicos y al de los servicios de agua, gas y electricidad.

Mientras tanto, la situación en el seno de la CNT tiende hacia un creciente radicalismo, que se puede percibir en el Congreso celebrado a finales del año 1919 en Madrid. Aunque nada tienen que ver sus principios con los del anarquismo, la CNT se adhiere a la Internacional comunista. Pronto, en Barcelona, que tiene una larga tradición de empleo de la violencia en la lucha social, reaparecen los atentados terroristas. La ausencia de una policía eficaz colabora en el proceso, pero más aún lo hace la condescendencia de los propios dirigentes sindicalistas con respecto a los atentados, considerados como «actos de desesperación». Así, en ese mismo año, el terrorismo empieza también a utilizar otros procedimientos como el atraco. Se llega a una auténtica profesionalización del pistolerismo y, de este modo, los sindicalistas acaban por darse cuenta de cuál ha sido el resultado de su tolerancia.

Un importante sector de los patronos (no, desde luego, la Lliga que lo condenó) promovió su propio pistolerismo y, a finales del año 1919, aparecieron en Barcelona unos sindicatos libres nacidos en el Ateneo Legitimista que no excluyeron el empleo de las armas en sus actuaciones. Con todo ello, la vida en Barcelona acabó por hacerse imposible y esto tuvo graves consecuencias sobre la situación política no sólo de la capital catalana sino de toda España.

Durante los primeros decenios del siglo XX, Barcelona se convierte en una ciudad cosmopolita. Parte de los beneficios obtenidos durante los años de la Gran Guerra se gastan en un tipo de vida despreocupada y alegre, dónde la vida nocturna y la bohemestán presentes. A los años que vinieron después de la Primera Guerra Mundial se les conoce como \»los felicies veinte\». Surgen nuevas bebidas, como el whisky y la ginebra, nuevas músicas, como el jazz y el cuple´, con artistas como Raquel Meller y locales como Eldorado Concierto y el Edén Concierto. Uno de los centros de esta vida es el Paralelo. A sus music-halls y cabarets, acude gente de todo Catalunya. Destacan el Moulin Rouge, el Apolo, Arnau, el Español, el Nuevo y el Victoria. También se extiende el juego, con muchos casinos ilegales e, incluso, nuevas drogas, como la cocaína.

Pese a que se ha atribuido una gran conflictividad a la sociedad española a comienzos del siglo XX, la realidad es que ésta resulta inferior a lo que es habitual admitir y ello no por la ausencia de diferencia entre los poderosos y los humildes sino por el carácter tradicional de la sociedad. El impacto del movimiento huelguístico es reducido hasta la segunda década de siglo. Los conflictos con mucha frecuencia tienen un componente violento y suelen concluir con la intervención de una autoridad mediadora, casi siempre la militar, que no en vano es la responsable en última instancia del orden público. De cualquier modo las huelgas estarán siempre concentradas en tan sólo unos cuantos puntos. En realidad, el movimiento obrero quedará reducido a algunas ciudades o núcleos fabriles. La afiliación sindical sólo superará el 30% nada más que en Madrid y Barcelona y la media nacional se situará tan sólo en el 5%, un porcentaje además que incluye muchas sociedades de carácter republicano y no socialista o anarquista.

Josep Joffre, mariscal francés nacido en el Rosselló (Catalunya Norte) y héroe de la Primera Guerra Mundial, visita Barcelona en mayo de 1920 para recibir un homenaje y ser nombrado presidente de los Juegos Florales. Su llegada provoca graves incidentes entre las fuerzas de orden y los grupos de nacionalistas que lo ovacionan. Joffre es recibido por las autoridades de la ciudad y de la Mancomunidad y preside los Juegos Florales, dónde su mujer es escogida reina de la fiesta. Al final, nuevos enfrentamientos entre alguno de los asistentes y la policía, hecho que provoca la protesta oficial del alcalde y del presidente de la Mancomunidad. Antes de volver a Francia, Joffre impone las insignias de caballero de la Legión de honor a Martínez Domingo y Puig y Cadafalch.

A fines del año 1920 fue nombrado gobernador civil de Barcelona el general Martínez Anido, que realizó una política contraproducente a corto y largo plazo: dio la batalla a los sindicalistas por los procedimientos más violentos y más caracterizadamente ilegales. Con ello no sólo no mejoró la situación sino que la empeoró notablemente. El que más directamente sufrió las consecuencias de esta política fue el propio Dato que, en marzo de 1921, fue asesinado. En ese momento el jefe conservador estaba intentando llegar a una concentración conservadora, que presumiblemente sería presidida por Antonio Maura y para la que contaba con el apoyo de Alfonso XIII, imprescindible dadas las dificultades del momento. La desaparición trágica de DATO supuso la imposibilidad efectiva de que ese proyecto llegara a cuajar. Después de un brevísimo paréntesis de Bugallal, de nuevo subió otra vez al poder Allende-Salazar, que gobernó hasta el mes de agosto de 1921, momento en el que apareció en la vida política española el tema de Marruecos.

En cambio, el sindicalismo del medio urbano resultó un éxito mucho más dudoso. En primer lugar, nunca fue posible unir perfectamente a la totalidad de los sindicatos, que permanecieron fragmentados en una serie de opciones enfrentadas por motivos personales y estratégicos. Además, el sindicalismo profesional católico colaboró en Barcelona con un grupo tan dudoso como el sindicalismo libre, que practicaba el terrorismo contra los anarquistas. Su caso no es tanto el de un pistolerismo patronal como el de una respuesta en semejantes términos al adversario de lo que fueron unos sindicatos existentes en la práctica y no ficticios.

Desde finales de 1920, el general Severiano Martínez Anido, gobernador militar de Barcelona,  practicó un tipo de política que pretendía el enfrentamiento directo con los sindicatos, lo cual, lejos de solucionar el problema, no hizo otra cosa que multiplicar el número de muertos. De todos modos el Estado, que toleró ese género de actuaciones, al mismo tiempo promovió un número importante de disposiciones de carácter reformista relativas, por ejemplo, a la limitación de la jornada o la ley de accidentes de trabajo. En 1920 fue creado un Ministerio para tratar de estas cuestiones. Martínez Anido fue Gobernador militar de Barcelona desde el 8 de noviembre de 1920 hasta el 24 de octubre de 1922. Su actuación, caracterizada por la brutalidad y el uso de métodos terroristas, (Ley de Fugas), fue muy discutida, siendo finalmente destituido.