En 1411 LUIS de Anjou y el papa JUAN XXIII se dirigen a Roma al frente de un ejército y derrotan a LADISLAO I en la Batalla de Roccasecca. Sin embargo la vuelta de Luis a Francia hace que Ladislao se rehaga militarmente y obligue a Juan XXIII a negociar con él llegando ambos a un acuerdo por el que el papa le retira la excomunión que ha lanzado contra él, le otorga el reino de Nápoles y reconoce la conquista de Sicilia, mientras que Ladislao abandona la causa de Gregorio XII y reconoce a Juan como papa legítimo.
LUIS de Anjou
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JUANA II de Nápoles se arrepiente de su propósito de nombrar heredero a ALFONSO V. Nombra a LUIS III de Anjou.
Posteriormente, JUANA II de Nápoles se arrepiente de su propósito de nombrar heredero a ALFONSO V y nombra en su lugar a LUIS III de Anjou. ALFONSO, irritado, se dirige hacia Nápoles, lo que constituye su verdadero objetivo. Mientras tanto, su esposa MARÍA de Castilla ejerce el papel de lugarteniente general en el reino
Fallece la reina JUANA II de Nápoles. ALFONSO V cree ver el momento de atacar para apoderarse del reino prometido.
Fallece, en la fecha, la reina JUANA II de Nápoles y habiendo fallecido LUIS de Anjou el heredero de Nápoles nombrado por la reina JUANA sin tener en cuenta el pacto con ALFONSO V, y a pesar de que en el vigente testamento había sido nombrado heredero RENATO de Anjou, hermano de LUIS, ALFONSO V cree ver el momento de atacar para apoderarse del reino prometido. Para ello, toma posiciones en la península italiana para bloquear Gaeta.
La flota genovesa en socorro de Nápoles, derrota a la aragonesa frente a la isla de Ponza (Nápoles). Alfonso V es hecho prisionero.
La flota genovesa que viene en socorro de Nápoles, derrota -en la fecha- a la aragonesa frente a la isla de Ponza (Nápoles) y los hermanos ALFONSO V de Aragón, JUAN II de Navarra, y el infante ENRIQUE, son hechos prisioneros por Felipe María Visconti, duque de Milán. Mientras JUAN II marcha a España para conseguir los fondos necesarios para el rescate, el Papa, EUGENIO IV, entrega Nápoles a RENATO de Anjou. Todo parecía perdido para ALFONSO V.