PEDRO MANRIQUE, Virrey de Catalunya (1611) es también Obispo de Tortosa. Se caracteriza porque intenta acabar el bandolerismo mediante el perdón, que se otorga a cambio de enrolarse como soldado en Flandes o Italia. No hace falta decir que esta medida no arregla el problema. Muchísimos facinerosos se acogen al perdón, pero luego no cumplen la segunda parte.

Como Barcelona está virtualmente perdida para la causa real su puesto es ocupado por Tortosa. Pero también Tortosa se rebela contra los funcionarios virreinales. Se intentan arreglos pacíficos, pero ninguno es aceptado. Finalmente, en la fecha, entra por el sur de Catalunya el ejército real dirigido por el marqués de los Vélez y desde Tortosa inicia el avance hacia el interior. Las tropas reales apenas encuentran resistencia en la parte Sur del territorio, donde los alojamientos son pacíficos. Las poblaciones se entregan, recibiéndoles como liberadores. Se produce la retirada del ejército francés a excepción de Cambrils en donde tiene lugar una auténtica masacre con varios cientos de muertos.

Al sur, el ejército franco-catalán ocupa y saquea, en la fecha, Tortosa

El Delta del Ebro -en la fecha- es poco más de la mitad de la extensión que ahora (2000) ocupa. Y si nos fiamos de la cartografía medieval, no es sino un muñón de tierra.

El ejército castellano recupera Tortosa en 1650 y avanza decididamente hacia el interior de Catalunya, atacando por el Sur y por el Oeste.

Económicamente Catalunya está hundida. A la miseria económica se une la peste que azota al Principado entre 1650 y 1652. El contagio proviene de Andalucía, donde se han dado los primeros brotes en 1648. En 1650 llega a Tortosa, probablemente a través de las tropas. Hasta 1652 se extiende por toda Catalunya, haciendo la situación insostenible. Murieron en Catalunya más de treinta mil personas. El propio FELIPE IV escribe a Sor María de Agreda: “En Catalunya se abrasan de peste y de hambre”.

FELIPE V conquista Denia, Tortosa y Alicante.

El siglo XVIII padece fríos similares a los sufridos en los dos siglos anteriores. En la fecha, el Ebro se hiela a su paso por Tortosa. De hecho, en este siglo se tiene constancia de que en 1708, 1713 y 1732 se hacen en Ciudad Real rogativas a la Virgen del Prado para que cesen los \”malos temporales\”. En Daimiel habrá fuertes heladas en 1716 y 1725. En Almagro se documentan importantes nevadas y heladas en los inviernos de 1770, 1780 y 1785. (En enero de 1891, se helará por última vez el Ebro en Tortosa.)

Tiene lugar en el castillo de la Suda (Tortosa) el fusilamiento del General ORTEGA por su pronunciamiento contra la reina ISABEL II conocido en la historia como “la Ortegada”, tragicómico intento del conde de Montemolín. Por disponer de tropas a su mando en Baleares, la Comisión Regia, ente carlista presidido por el conde de Cleonard, le eligió para iniciar un pronunciamiento: el general Ortega debía lanzar un manifiesto, dirigirse a Madrid y tomar el poder. El primer escenario para la arenga rutinaria y punto desde donde partir hacia el poder era Valencia, pero finalmente se cambió por Tortosa. Todo empezó a ir mal el 29 de marzo de 1860: como en todo pronunciamiento, hubo quien se echó atrás, y cuando el 3 de abril de 1860 el general Ortega llegó a San Carlos de la Rápita con unas fuerzas a las que había engañado diciendo que iban a defender a Isabel II de un complot carlista, se produjo el desastre. En el momento en que los oficiales a su cargo y los soldados conocieron sus verdaderas intenciones se volvieron contra él y lo tomaron preso. Es condenado a muerte por alta traición en un Consejo de Guerra.

En este fecha, con la llegada del ferrocarril a Tortosa, se acaba el sueño de visionarios y especuladores que en 1852 constituían la Real Compañía de Canalización del Ebro que dirigida por Carvallo Carrión, judío, francés e ingeniero, quería condicionar 245 kilómetros del río Ebro entre Escatrón y Amposta. El ferrocarril llegando a Tortosa se suma a las posibilidades de transporte que ofrece Barcelona, que ya hace esta línea con Zaragoza. El Ebro recibirá otro mazazo cuando en 1891 se inaugure la línea Reus-Mora-Caspe, sustituto “natural” del río y último verdugo del cabotaje, los marineros y el vaporetto.