Rusia y la Unión Europea han encontrado una lengua común en la ciudad balneario de Sochi, a orillas del mar Negro, donde se ha celebrado 17.ª cumbre entre estos dos socios estratégicos. En los últimos años las relaciones con Bruselas se han deteriorado. Tres factores han contribuido a ello: la ampliación de la UE hacia el Este, el giro europeo de tres antiguas repúblicas soviéticas (Georgia, Ucrania y Moldavia) y la reciente guerra del gas con Ucrania, una de cuyas consecuencias fue la interrupción del suministro a Europa del gas ruso a través del territorio ucraniano. Esta última circunstancia, no obstante, parece tener más fácil solución. La ampliación de la UE y el desarrollo democrático en países como Ucrania, en cambio, son procesos donde no hay marcha atrás. El punto negro, tal vez, sea que los países de la Europa del Este están marcando la política de Europa respecto a Rusia, y arrastrando en ese camino a los viejos miembros de la Unión.

Hace hoy un año que los franceses dijeron no a la Constitución europea – los holandeses hicieron lo mismo el 1 de junio-, y los dirigentes de los estados miembros siguen sin saber cómo salir del embrollo. Los ciudadanos de los 15 países que han ratificado el proyecto, y especialmente los españoles y luxemburgueses por haberlo hecho en referéndum, tienen razones para empezar a sentirse estafados: sus líderes les dijeron hace doce meses que se daban un año de “periodo de reflexión” para buscar salidas al laberinto y decidir qué se hacía con ese texto supuestamente imprescindible para que la Unión ampliada funcione de manera adecuada. Pero, vencido el plazo, la única conclusión a la que han llegado los gobernantes es justamente la de que no hay ni puede haber solución a corto ni medio plazo. Un viaje para el que no necesitaban alforjas.

La Unión Europea sigue funcionando pese al no de Francia y Holanda. Pero todo es más lento, y la ilusión y el impulso aparejados al proyecto constitucional se han perdido. La canciller Angela Merkel intentará presentar salidas en su mandato presidencial de la UE, que empieza el primer semestre del 2007 y terminará tras los comicios en Francia y Holanda. Ella lidera el país más importante del club; se granjeó una buena imagen como dirigente europea en la cumbre del pacto presupuestario (diciembre) y, junto a Rodríguez Zapatero, encabeza uno de los dos únicos gobiernos de los cinco grandes que no atraviesan una situación crítica (Londres y París), complicada (Varsovia) o delicada (Roma).

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Jacques Chirac, quieren que la UE se conceda dos años y medio de plazo (hasta final de 2008) para decidir qué hacer con su tratado constitucional, rechazado el año pasado en referéndum por Francia y Holanda, según anunciaron ayer ambos líderes en el castillo de Rheinsberg, a un centenar de kilómetros al norte de Berlín. El no francés y holandés al tratado, en la primavera del 2005, dejó estancada a la Unión. Durante más de un año los Veinticinco han aplazado la búsqueda de soluciones para salir del atolladero. Ayer Chirac y Merkel esbozaron un calendario. Entre enero del 2007, cuando Alemania asuma la presidencia semestral de la UE, y final del 2008, cuando termine la presidencia francesa, Berlín y París quieren haber desatascado el proyecto europeo. Al frente de la Unión Europea en la primera mitad del próximo año, Merkel deberá encargarse de relanzar el debate sobre el proyecto de tratado, recoger propuestas sobre cómo salir de la crisis y sintetizarlas, dijo Chirac. Durante la presidencia francesa, el segundo semestre del 2008, “habrá que adoptar una decisión”, apuntó Merkel.

La nueva vuelta de tuerca de 0,25 puntos que el Banco Central Europeo (BCE) ha dado a los tipos de interés, hasta situarlos en el 2,75%, ha sido acogida con disgusto por amplios sectores de la población, especialmente por todos aquellos que tienen una hipoteca, que verán incrementadas sus cuotas, así como por las empresas exportadoras, ya que la subida ha fortalecido al euro frente al dólar y perjudica su competitividad. Pero Jean-Claude Trichet, el responsable de la decisión, cree prioritario combatir la inflación en la UE, que ya supera el 2% de media fijado como objetivo. Es lógico, por tanto, que haya optado por endurecer la política monetaria y que no descarte volver a hacerlo. No hay más remedio que esperar que haya acertado y que esto no debilite la recuperación económica europea. Desde determinados sectores europeos se apunta a España, por su elevada inflación, de ser la culpable de que el BCE haya tenido que subir los tipos. Pero también es verdad que si los hubiera subido mucho antes, en lugar de primar la recuperación económica de Francia y Alemania, aquí los precios estarían más controlados y muy probablemente no habríamos sufrido una burbuja inmobiliaria tan acusada.

Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE desbloquean la apertura del primer capítulo de las negociaciones de adhesión con Turquía, con una advertencia a ese país de que debe cumplir plenamente sus obligaciones. El Gobierno de Chipre finalmente acepta hoy la propuesta de la presidencia austríaca de la UE de incluir en el preámbulo del capítulo sobre investigación y ciencia una advertencia a Ankara de que “el incumplimiento de sus obligaciones afectará al progreso de las negociaciones”. El texto hace referencia, sin mencionarlos, a los puntos principales de la declaración de la UE del pasado 21 de septiembre, en el que los Veinticinco piden a Turquía que cumpla las disposiciones del protocolo aduanero de Ankara, normalice sus relaciones con Chipre y contribuya a solucionar la división de la isla. “En vista de estas consideraciones, la UE volverá a este capítulo en el momento apropiado si es necesario”, afirma el texto.

En Bruselas, el asunto del gas entre Rusia y Ucrania se sigue, desde luego, “con mucha atención”, según dijo Ferran Tarradellas, portavoz del comisario de Energía de la UE, el letón Andris Piebalgs, quien espera que “no se ponga en peligro el aprovisionamiento de gas a Europa”. El 80% del gas ruso que llega a Europa lo hace a través de Ucrania. El incremento de las tarifas el pasado invierno en la llamada guerra del gas fue visto como un acto de presión política de Rusia sobre los países rebeldes de lo que considera su área de influencia, empezando por Ucrania y siguiendo con Georgia y Moldavia. Sin embargo, el aumento del precio también se aplicará a Bielorrusia, el gran aliado de Moscú. El 17% del gas que Rusia exporta a Europa pasa por este país.

La XXX cumbre del Mercado Común de América del Sur y el Caribe relanza el proyecto de unidad regional, bloquea la iniciativa estadounidense del ALCA, basada en tratados bilaterales y sienta las bases para que Iberoamérica asuma un papel protagonista en un escenario multipolar. Lecturas políticas al margen, los jefes de Estado reunidos en Córdoba han vuelto a reclamar a EE. UU., pero también a la Unión Europea, que reduzca sustancialmente los subsidios agrícolas y abra sus mercados a un verdadero libre comercio, que les permita desarrollarse con fuerza. Americanos del norte y europeos tendrán cada vez más difícil mantener su contumaz sordera.

Un informe de la UE subraya en noviembre la lentitud de Turquía en el proceso de reformas necesarias para cumplir los requisitos del ingreso en la UE.

Bulgaria y Rumanía, que tenían su ingreso pendiente, forman parte desde hoy de una Unión Europea con serias dificultades para funcionar cotidianamente, derivadas de su propia crisis de crecimiento y del bloqueo institucional que arrastra. Hay, dice la presidencia alemana, problemas de hacinamiento en la propia vivienda. La llegada de Rumanía y Bulgaria al club comunitario y el consiguiente nacimiento de la Europa de los Veintisiete en esta entrada de año es una buena noticia que sobreviene en un mal momento. La familia crece sin que la casa ni sus infraestructuras y los servicios hayan variado, salvo por leves chapuzas operadas en los últimos años para ir tirando (Tratado de Niza).