SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA (1909)

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La Lliga Regionalista está enfrentada al Gobierno de Madrid pero necesita de él para mantener el orden.


La burguesía de la Lliga Regionalista se encuentra ante un dilema, enfrentada al Gobierno de Madrid por las discusiones sobre la autonomía de Catalunya, necesita de él para mantener el orden público. En este conflicto, el interés de clase vence a las aspiraciones nacionalistas y la Lliga colabora con el gobierno central en la represión. El 2 de agosto la revuelta de Barcelona (Semana Trágica) por la movilización de reservistas, se consigue finalmente sofocar aunque el movimiento se colapsa en sí mismo sin llegar a ser propiamente dominado por las armas. En una semana de disturbios se produce cerca de un centenar de muertos, centenares de heridos. Los edificios incendiados superan el centenar, ochenta de ellos religiosos. La represión es de gran dureza: son detenidas más de 2.500 personas de las que el 70% se ven sometidas a juicio. Reciben condenas 134 acusados, de ellas 17 son capitales (sólo se ejecutan 5) y 59 perpetuas.

La ayuda del Estado a Barcelona, llega tarde y mal.


Una de las formas que se podría haber arbitrado para frenar la respuesta al previsible alud antibelicista en la Semana Trágica, no se llega a concretar: un sueldo para la familia de los movilizados. La ayuda del Estado llega tarde y mal, se concede a las familias el 20% de lo necesario para el presupuesto familiar y no se concede hasta el 6 de agosto cuando ya se ha producido el estallido revolucionario. Por otra parte, en la misma fecha, es nombrado como nuevo Gobernador Civil de Barcelona, Evaristo Crespo Azorín en sustitución de Ossorio y Gallardo.

FERRER I GUÀRDIA, que se encuentra en Barcelona, es detenido por los hechos de la Semana Trágica.


FERRER I GUÀRDIA, que se encuentra en Barcelona, es detenido, en la fecha, y encarcelado en la fortificación de Monjuïc, por los hechos de la Semana Trágica. Escogido como principal responsable por su significación como director de la “Escuela Moderna” y persona muy relacionada con los ambientes anarquistas, las vinculaciones internacionales de FERRER, destacado miembro de la masonería, lo convierten en mártir y centro de una gran campaña contra el autoritarismo español.

A pesar de la protesta de varios países, FERRER I GUÀRDIA es ejecutado en el castillo de Montjuïc.


A pesar de la protesta de varios países, FERRER I GUÀRDIA es ejecutado, en la fecha, a las nueve de la mañana, en el foso de Santa Eulalia del castillo de Montjuïc de Barcelona por los incidentes de la Semana Trágica. La crónica publicada al día siguiente por “La Vanguardia” recoge sus últimas palabras: “Soy inocente. ¡Viva la Escuela Moderna”. La misma suerte corren las otras cuatro personas condenadas a muerte: Ramón Clemente, Antonio Malet, Josep Miquel Baró, Eugenio del Hoyo. Estas ejecuciones tienen eco mundial.

Empieza en las Cortes un debate político sobre el caso FERRER. Es el principio del fin de MAURA.


El 18 de octubre 1909 cuando ya nada se puede hacer por FERRER y demás ejecutados, empieza en las Cortes un debate político sobre el caso FERRER. Es el principio del fin de MAURA. Comienza a oírse por toda España el grito de “Maura, no”, que se extiende por toda Europa. El gobierno MAURA ha cometido dos gravísimos errores de cálculo. Primero ajusticiar a FERRER I GUÀRDIA, que poco o nada ha tenido que ver con la promoción revolucionaria de la Semana Trágica. Y segundo, que FERRER I GUÀRDIA era masón en los días de más pleno auge en Europa de la masonería, que toma la defensa de uno de los suyos como algo personal. Esta situación es aprovechada por las organizaciones obreristas, sindicatos y partidos políticos contrarios al conservador para iniciar la definitiva campaña de derribo de la persona de MAURA, acusándole de ser el único responsable de la tremenda represión en Barcelona.

Dimisión de MAURA a consecuencia de los acontecimientos de la Semana Trágica y de la represión.


Dimisión de ANTONIO MAURA y su gobierno a consecuencia de los acontecimientos de la Semana Trágica y de la represión gubernamental ante los hechos insurreccionales que se están sucediendo. ALFONSO XIII acepta la dimisión.