JOSÉ ANTONIO primo de Rivera y su hermano Miguel son trasladados, en la fecha, de la prisión de Madrid a la de Alicante donde deberá cumplir cinco meses de pena.

Al margen de los militares, fuerza esencial del levantamiento, existen grupos que también desean el éxito del alzamiento militar, tal es el caso de los terratenientes, los grandes financieros y los aristócratas que ven en peligro su “status” a c?ausa de las reformas sociales propugnadas por el Frente Popular. El apoyo social de los rebeldes, en principio es escasa. En la península sólo cuentan con los núcleos dominados por el integrismo católico de Navarra y con los jóvenes de clase media que constituyen Falange Española. No participan en la sublevación ni los industriales catalanes, ni el campesinado de Castilla votante de la CEDA, ni muchos miembros de la oligarquia financiera.

JOSÉ ANTONIO primo de Rivera representa, para unos y otros, azules y rojos, los ideales de los “franquistas”, de los militares alzados en armas contra el gobierno de la República de España. En realidad JOSE ANTONIO, no es sino el conductor de una multitud de españoles integrados en la Falange Española; es decir, representa a una parte de la rebelión, pero no capitanéa ni mucho menos, el Alzamiento Militar, que tiene sus jefes responsables directos: SANJURJO, FRANCO, MOLA, Cabanella, Queipo de Llano. Por otra parte, los generales conjurados no se fían demasiado de él de manera que hacen sus cálculos, contando únicamente con los regimientos y cuarteles distribuidos por la geografía del país.

Hedilla, designado Jefe de la Junta de Mando Provisional de Falange

El 2 de agosto de 1936, varios miembros de la Falange detienen a BLAS INFANTE en su casa de Coria del Río. Su esposa anota en su agenda doméstica: “Empezando a tomar la cuenta de la plaza estaba, cuando llamaron por la puerta principal y se presentaron por la falsa al ir a abrirla. El sargento Crespo, de Falange, y otro, y la casa rodeada. Llévanse a Blas. Se lo llevaron junto con el aparato de radio y el altavoz. Los aparatos volvieron, pero él, no”.

A JOSÉ ANTONIO no se le puede culpar de ser el máximo responsable de la conjura. Aunque es natural que él viese con simpatía el movimiento iniciado. Sin embargo, cuando se le ha llevado ante los jueces populares de Alicante se le ha acusado poco menos que de máximo responsable de la rebelión, manipulándose las únicas declaraciones hechas a un periodista inglés. Es verdad que sus ideas han impregnado, en buena parte, el afán político de la España alzada en armas contra el gobierno frentepopulista; pero la mayoría de los generales que se han levantado contra el gabinete presidido por Casares Quiroga, no han pensado en ningún régimen concreto. Por de pronto se trataba de cortar el desgobierno y restablecer la autoridad. Pero una inmensa masa de españoles se ha sentido identificado con el ideario falangista y desde esa condición ha apoyado el alzamiento.

JOSÉ ANTONIO, preso en Alicante desde el 5 de junio de 1936 es acusado de haber inspirado el alzamiento del 18 de julio. Juzgado, en la fecha, por un tribunal popular es condenado a muerte no por lo que ha hecho, sino por lo que se supone que hubiera hecho de no estar encarcelado. No así su hermano Miguel, que sobrevive al cautiverio y podrá pasar a la llamada “zona nacional”, cuando ya la guerra haya entrado en su recta final. El gobierno republicano, aunque conoce la noticia de la condena de JOSÉ ANTONIO, no interviene; deja que se consume el plazo. Y así, al amanecer del 20 de noviembre de 1936, suena la hora fatal para JOSÉ ANTONIO, quien comparece ante el pelotón de fusileros -guardias de Asalto de la República- y después de regalar su abrigo a uno de sus verdugos, se alinea con los cuatro condenados (dos falangistas y dos requetés) que forman el grupo de sentenciados. Suenan los disparos de la ejecución. JOSÉ ANTONIO es enterrado en una fosa, con los otros cuatro ejecutados. Su última voluntad es que después de su ejecución se limpie el patio de la cárcel para que su hermano Miguel no se vea obligado a pisar su sangre. La desaparición de José Antonio será lamentada, incluso por los anarquistas, que consideraban a José Antonio “un patriota español que buscaba soluciones para su Patria”. En el mismo día muere en Madrid, al parecer accidentalmente, Buenaventura Urruti.

La noticia del fusilamiento de JOSÉ ANTONIO Primo de Rivera aparece en toda la prensa de la España republicana. En cambio, en la zona nacional, los periódicos, en su mayoría, callan. Incluso a los pocos días se corre la voz de que todo “aquello” (condena, fusilamiento, etc) ha sido una farsa. La misma familia de Primo de Rivera – su hermana pilar; su primo Sancho Dávila, jefe territorial de FE de las JONS en Andalucía- parecen inclinarse al optimismo: No ha muerto, no… Está vivo y en lugar seguro. Ya vendrá. A un periodista de mucha garra, Víctor de la Serna, se le ocurre llamar a JOSÉ ANTONIO, “El Ausente”. Eran tantos los camaradas caídos en la guerra o en la retaguardia republicana, evocados con el apelativo de “presentes”, que resulta poético los de “Ausente”. Así se mantuvo la ilusión, hasta noviembre de 1938.

La doctrina totalitaria del falangismo propugna la desaparición de todo conflicto entre empresarios y trabajadores. El nuevo modelo social debía basarse en un supuesto interés general que está por encima de los intereses de grupo. Su concreción es el denominado sindicalismo vertical, en el cual deben convivir armónicamente obreros y patrones. El sindicato recibe el nombre de Central Nacional-Sindicalista (CNS), organizada por ramas de producción y en la cual la afiliación de todos los que intervienen en la producción es obligatoria y que dependerá directamente de Falange. Lógicamente, este modelo conducirá a la preeminencia de los intereses de los empresarios, que integrarán la CNS a las patronales preexistentes, como el Fomento del Trabajo. En el campo agrario, el paralelo a la CNS serán las ‘Hermandades de Labradores y Ganaderos’.

Desde hace unos meses existen entre FRANCO y las fuerzas que han apoyado su levantamiento, Falange y Partido Tradicionalista, arduas disensiones. La Falange está liderada provisionalmente por Manuel Hedilla, abiertamente contrario a la unificación que tanto FRANCO como su cuñado, Ramón Serrano Suñer, vienen preparando en Salamanca desde el mes de febrero de 1937. De hecho, ambos alientan con sigilo la rebelión antihedillista en el seno de Falange con objeto de yugular dichas reticencias. El conflicto estalla en la ciudad del Tormes el 17 de abril, cuando el enfrentamiento entre partidarios de hedilla y los díscolos se salda con dos muertes.