El Consejo de Seguridad de la ONU adopta, por unanimidad de sus 15 miembros, una resolución que impone sanciones limitadas contra Irán por su programa nuclear. Una fórmula de compromiso, que reduce la severidad del castigo pero deja la puerta abierta para futuras medidas más duras, acaba imponiéndose para evitar el veto ruso y chino. Una conversación telefónica entre los presidentes George W. Bush y Vladimir Putin ha desbloqueado las últimas diferencias entre Washington y Moscú, después de una negociación de dos meses. La resolución contra Irán se justifica por la negativa de este país a detener el enriquecimiento de uranio, lo que despierta la sospecha de que pretende fabricar armas atómicas. La ONU prohíbe a la comunidad internacional el suministro de materiales y tecnología susceptible de ser usada por Irán para fines militares, así como todo lo referente a su programa de misiles. También congela los activos de las compañías e individuos particulares iraníes participantes en los programas nuclear y de misiles. A tal efecto, se aporta una lista concreta de nombres. Plazo de 60 días para que el OIEA determine si cumple los requisitos.

Ahmadineyad dice que el programa nuclear iraní es “irreversible” y que ya produce combustible nuclear a gran escala.

Pasado el plazo de 60 días concedido por la ONU. La OIEA certifica que Irán no ha congelado su programa nuclear.

Irán ha subido la apuesta en su partida de póquer con las potencias occidentales al capturar a 15 integrantes de la Royal Navy británica en el estrecho de Shatt el Arab. El contexto es la presencia militar anglonorteamericana en aguas vitales para la salida del petróleo y la disposición de la ONU a imponer más sanciones a Irán. La captura del personal militar de la Royal Navy se ha producido en el marco de una creciente presencia anglonorteamericana en las aguas de Shatt el Arab, que Irak e Irán se disputan desde 1935 y cuya reclamación por Sadam Husein desató la guerra que enfrentó a ambos países entre 1980 y 1988. Por la vía marítima, de 180 kilómetros de ancho, pasa un 80% del comercio entre Europa y Asia, además de una importante cantidad de petróleo y de gas. Buques de guerra de EEUU. y Gran Bretaña patrullan la zona para asegurarse de que el estrecho de Ormuz permanece abierto, en vista de que la precaria marina Irakí no está en condiciones de ofrecer esas garantías.

Las dieciséis agencias nacionales de seguridad estadounidenses, incluida la CIA, publican, en la fecha, las conclusiones de su informe en el que señalan “con alto grado de confianza y seguridad” que Irán no quiere dotarse del arma nuclear y que ha suspendido un programa anterior destinado a su fabricación. Es de suponer que Irán, al igual que España y otros países, ha advertido en su momento que el coste en dinero y conocimientos científicos para fabricar la bomba, custodiarla y mantenerla en situación operativa es, sencillamente, excesivo. Cálculos similares inducirán a Sudáfrica, Brasil y Canadá, entre otros países, a cancelar sus programas respectivos.

El Gobierno del presidente Ahmadineyad en el trigésimo aniversario de la revolución islámica contra el sha, ha vuelto a hablar del tan traído y llevado programa nuclear iraní. Ya en su campaña de las polémicas e impugnadas elecciones presidenciales del pasado estío, Ahmadineyad pronunció un discurso en el que dijo, rotundamente: “No nos echaremos atrás, aunque los países occidentales adopten nuevas sanciones en el Consejo de Seguridad contra Irán”. Y hoy, tras la declaración formal del régimen de Teherán de que va a comenzar de inmediato a enriquecer uranio hasta el 20% y que va a construir diez nuevas plantas para poder llevarlo a cabo, la Administración Obama ha afirmado que la imposición de “nuevas sanciones es el único camino para tratar esta cuestión”. El Gobierno de Ahmadineyad ya ha informado al Organismo Internacional de la Energía Atómica, con sede en Viena, de su intención de enriquecer uranio al 20%. Como en anteriores ocasiones, los dirigentes iraníes explican que esta operación está dirigada a suministrar el necesario combustible al reactor que Teherán destina a fabricar isótopos necesarios para la ciencia médica.

Agotada la vía del diálogo propugnada por Barack Obama, Estados Unidos busca ahora el consenso internacional para reforzar la sanciones al régimen de Teherán, acosado por una persistente oposición interna. Pero las objeciones de China –y en menor grado de Rusia– dificultan la movilización del Consejo
de Seguridad de la ONU y, aparcada la opción militar, pueden obligar a Washington y sus aliados europeos a resignarse a la hipótesis de un Irán nuclear. La hipótesis inquieta a Israel, que ve amenazada su existencia. Las recientes tensiones con Washington a propósito de la anunciada reunión de Obama
con el Dalái Lama, la venta de armamento a Taiwán y las divergencias sobre el valor del yuan complican el apoyo chino, y hacen peligrar las sanciones “paralizantes” que tanto la secretaria de Estado, Hillary Clinton, como el primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, han exigido.

Israel, ha amenazado repetidamente con atacar a Irán. En la fecha, el ex viceministro israelí de Defensa general Ephraim Sneh declara en el periódico israelí Haaretz que, a menos que EEUU. destruya las instalaciones nucleares de Irán, Israel atacará a Irán antes de noviembre. ¿Permitirá EEUU. un ataque de esta naturaleza?. La política estadounidense con relación a Irán ha sido ambigua: el jefe del Estado Mayor Conjunto, el almirante Mike Mullen, ha dicho públicamente que un ataque israelí constituiría un “gran, gran problema para todos nosotros”, pero EEUU. Ha proporcionado precisamente a Israel las armas necesarias (bombas de alto poder de penetracióny aviones F-16i y aviones F-15i) para llevar a cabo tal ataque. Dado que un ataque con equipamiento estadounidense exigiría sobrevolar Turquía, Irak, Arabia Saudí o Kuwait de forma que sería lesivo políticamente para EEUU., el estratega militar independiente Anthony Cordesman considera que Israel sopesa el empleo de otro sistema ofensivo: cabezas nucleares montadas en misiles de crucero que serían lanzadas desde submarinos clase Dolphin que compró a Alemania. Sin embargo, todos los analistas coinciden en afirmar que un ataque israelí no detendría –de hecho probablemente aceleraría– la consecución de armas nucleares por parte de Irán.

Se han producido amenazas desde principios de la Administración Bush en relación a un ataque de EEUU a Irán. En el mes de abril, el presidente Obama no incluye a Irán en la promesa de no atacar países no nucleares con armamento nuclear. Por su parte, el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, confirma que “todas las opciones estaban sobre la mesa”. Y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, respalda esta declaración diciendo, “… ahora hemos de hacer algo”. Estos dirigentes estadounidenses se dirigen a un Congreso belicoso. Destacados senadores estadounidenses se han manifestado a favor de un ataque; el senador Lindsay Graham, un republicano del sur, dijo que este debe ser “contundente”, “determinante”, de forma que a Irán no le quede “ningún avión en disposición de volar ni ningún barco en disposición de mantenerse a flote”. En el partido demócrata, el senador Chuck Schumer, de Nueva York, dijo que “Irán está a punto de convertirse en un país nuclear y no nos lo podemos permitir”. A la vista de tales amenazas, el ayatolá Jamenei ha situado a Irán en alerta máxima y proyecta presentar una queja ante las Naciones Unidas.

Aparte de los llamamientos a favor de un ataque de EEUU. contra Irán, se han convocado diversas conferencias para abordar la cuestión de las supuestas armas nucleares de Irán. El presidente Obama de EEUU. convoca la primera en abril; asisten representantes de 47 países pero Irán no es invitado (temiendo un debate sobre su propio programa nuclear, el primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, no acude a la reunión).