Realmente, apenas se puede dudar que los antepasados de Israel fueron esclavos en Egipto y que escaparon de allí de un modo maravilloso. Casi nadie lo pone en duda actualmente. Aunque en las narraciones egipcias no hay testimonios directos acerca de la presencia de Israel en Egipto, la tradición bíblica exige crédito a priori, ¡no es la clase de tradiciones que un pueblo se inventaría! Aqui no se trata del relato heróico de una migración, sino el recuerdo de una ignominiosa servidumbre de la que sólo pudo librarles el poder de Dios. Lo que está fuera de dudas es que hubo un gran número de semitas en Egipto durante este período.

Los israelitas carecieron de importancia histórica en la Antigúedad. Pueblo pequeño, unido por su fervor religioso, tuvo el destino de todos los grupos pequeños de la Antigüedad: ser vasallo, alternativamente, de los egipcios, de los asirio-babilonios, de los persas, de los griegos y de los romanos. (Sin embargo, en la época romana, la predicación de un judío, JESÚS de Narareth, fue el punto de partida de una religión universal que es todavía una de las fuerzas del mundo moderno: el cristianismo. A ello se debe el que la historia de los israelitas, que es algo así como la prehistoria del cristianismo, haya cobrado tan considerable interés).

Canaán está virtualmente sumido en la anarquía. En el plano religioso, los habitantes de Canaán practican sobre todo la “religión de la naturaleza”, honrando a los “Baales” o fuerzas de la naturaleza divinizadas y a sus esposas, las “Astartés”, diosas del amor y de la fecundidad. Los hijos de Israel que adoran al dios YAVÉ, se verán muchas veces tentados por los cultos sensuales de los cananeos en los altozanos. Los hebreos se unirán para celebrar sus tradiciones tribales y cultuales en los santuarios eregidos en Guilgal, Siquén, Siló

Cuando los hijos de Israel ocupan la tierra, están los egipcios en franca decadencia mientras que el Imperio hitita o ya no existe o está a punto de desaparecer. Desde el punto de vista político, la conquista de Canaán (Palestina) por los hijos de Israel, no significa por lo pronto la sumisión de Canaán a una única potencia. El país se dividirá por regiones, en tribus, cuyos límites no siempre serán precisos y que se repartirán por Galilea, Samaría y al sur de Jerusalén. En una gran asamblea celebrada en Siquén, se establece un vínculo religioso -Confederación- entre las tribus que entran, así, en alianza con Dios (Jos 24).

A pesar de la fragilidad del vínculo, sobre todo religioso, que une las doce tribus de los hijos de Israel, cuando el peligro acecha a alguna de las tribus, surge un “salvador” (o juez), reúne al pueblo para la lucha, y cada uno se vuelve a casa tras la victoria. Es la época de los jueces entre los hijos de Israel (1200-1020 aC).

La población filistea no es muy numerosa, pero su organización es fuerte y tienen una gran tradición militar. Siendo esto así, el hundimiento simultáneo de egipcios e hititas, confiere a este pueblo una gran superioridad, tanto más teniendo en frente un mundo cananeo ya quebrado y la descohesión seminomádica o atomizada de un Israel no aglutinado totalmente. Además, culturalmente están más adelantados. Cuarenta años llegarán a dominar los filisteos sobre los israelitas.

La situación de dominio de los filisteos sobre las tribus federadas de Israel, obliga a éstas a tomar conciencia de que necesitan un fuerte poder central. Por eso tienen que elegir un rey como caudillo militar, a pesar de las protestas de los más tradicionalistas que no quieren admitir más rey que a Dios (Jc 9) (1Sam 8). El primero de estos reyes se llama SAÚL (1020-1005 aC) (Caudillo de la lucha contra los amonitas). Es elegido por la suerte del “urim y el tummim” (1Sam 17-27). Pero no es grato a los ojos de Dios. No se sabe a ciencia cierta el tiempo que reina, aunque la Biblia dice que son 40 años. (Hech 13;21) (1Sam 10;24).

DAVID, organiza la administración de las provincias y concentra al sacerdocio en la capital. Por medio del profeta NATAN, Dios declara que “el hijo de David” -cada uno de sus legales sucesores- se convierte en “hijo de Dios”. (Hech 13;21-22) (2Sam 5;4) (1Re 2;11). Se comprende que el rey, lugarteniente de Dios, tenga una función esencial: se presenta como el responsable de la salvación de la nación delante de Dios; alrededor de él se construye la unidad política y religiosa. DAVID decide instalar el arca de la alianza en su capital. DAVID derrota a los filisteos que desde ese momento desaparecen de la historia como entidad independiente.

Fallece el rey DAVID. Le sucede en el trono su hijo SALOMÓN (955-935 aC) que no emprenderá nuevas conquistas, pero vivirá rodeado de lujo y, durante mucho tiempo, en paz. Se aprovechará de esta paz para organizar el reino. Aliado de HIRAM de Tiro desarrollará las relaciones comerciales y la prosperidad económica. En conjunto, el reinado de este monarca se considerará más tarde como una edad de oro. Esplendoroso y magnificente, contenía en sí mismo el germen que había de truncar dicha prosperidad, ya que SALOMÓN era de la tribu de Judá, y su política de prestigio obligaba a onerosas exacciones vistas por las diez tribus del norte como un signo de opresión.

SALOMÓN, en el 4º año de su reinado, comienza a edificar la casa de Yavé, el Dios de Israel (1Re 6;1). Es único en el mundo antiguo porque no contiene esculturas de divinidad alguna. Según Flavio Josefo, la construcción del templo se inicia 143 años y 8m antes de la fundación de Cartago y 240 años después de la fundación de Tiro lo que nos da el año 952 aC para el comienzo de la construcción del templo.