SANJUANADA (1926)

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En la Sanjuanada participan gentes de las más diversas ideologías, desde dirigentes republicanos y anarcosindicali


En la Sanjuanada participan gentes de las más diversas ideologías, desde dirigentes republicanos y anarcosindicalistas hasta militares, pasando por viejos políticos; únicamente el Partido Socialista no participa en el movimiento. A pesar de la amplitud de fuerzas no deja de ser un intento de salvar la monarquia con la participación exclusiva de los representantes de la oligarquia y carente del apoyo de las masas obreras a las que ni siquiera se preocupan de informarles sobre sus propósitos, que desde su gestación está condenado a fracasar.

La colaboración entre políticos y militares contra la dictadura se manifiesta en los sucesos de la llamada La sanjuanada.


La oposición militar al régimen dictatorial obedece a motivos dispares en los que, sin duda, hay un factor personal importante o un motivo político. Así, la oposición de los generales López Ochoa y Queipo de Llano tiene su origen en una serie de razones que van desde el enfrentamiento personal con PRIMO de RIVERA hasta el común liberalismo de los dos militares citados. Más grave para el Dictador es que, en 1926, dos prestigiosos generales responsables de importantes organismos militares, Aguilera y Weyler, conspiraran con la “vieja política”. Esta colaboración entre políticos y militares se manifiesta, en junio de 1926, en los sucesos de la llamada Noche de San Juan (la sanjuanada), que es producida por un conflicto artillero.

Se produce en Catalunya un levantamiento contra la dictadura denominado “La Sanjuanada”


Se produce en Catalunya un levantamiento contra la dictadura denominado “La Sanjuanada”, dado que ocurre en la noche de San Juan. En principio se piensa en un levantamiento en Valencia pero sus principales dirigentes, el general Aguilera, el coronel Segundo García y el teniente coronel Bermúdez de Castro, son detenidos. Ante esto se piensa en Tarragona y posteriormente en Barcelona, pero el movimiento fracasa. A pesar de la amplitud de fuerzas no deja de ser un intento de salvar la monarquía con la participación exclusiva de los representantes de la oligarquía y carente del apoyo de las masas obreras a las que ni siquiera se preocupan de informarles sobre sus propósitos, que desde su gestación está condenado a fracasar. Además de oficiales de diversas guarniciones, participan en este levantamiento grupos de ideología muy diversa, desde políticos de la vieja escuela hasta dirigentes republicanos.

El fracaso de la Sanjuanada no detiene las tramas conspirativas, pero las obliga a mayores cautelas


El fracaso de la Sanjuanada no detiene las tramas conspirativas, pero las obliga a mayores cautelas. En París, el exiliado general López Ochoa constituye una Asociación Militar Republicana, que pronto cuenta con numerosos adherentes, entre ellos el general Gonzalo Queipo de Llano, que se siente agraviado por el dictador. Esta organización se beneficia del conflicto que enfrenta a los oficiales de Artillería con PRIMO de RIVERA. Está, no obstante, al margen de la siguiente intentona constitucionalista, encabezada por José Sánchez GUERRA, un ex presidente del Gobierno que se ha autoexiliado en Francia y ahora se subleva contra el dictador y “la monarquía absoluta”, pero sin apelar a la república.

El 24 de junio de 1926, un grupo de conspiradores intentó un alzamiento militar contra el dictador, que se conoce como la Sanjuanada.


El 24 de junio de 1926, un grupo de conspiradores intentó un alzamiento militar contra el dictador, que se conoce como la Sanjuanada. Participaban en ella un grupo de militares, encabezados por los generales Weyler y Aguilera, políticos constitucionalistas como ROMANONES, Villanueva o Melquíades Álvarez, elementos republicanos, a título personal, y militantes anarcosindicalistas. El intento fue un fracaso, Los militares de alta graduación y los civiles, entre los que se contaban los ex diputados republicanos Marcelino Domingo y Eduardo Barriobero, fueron castigados con fuertes multas. (ROMANONES tuvo que pagar 500.000 pesetas que a pesar de ser una cantidad enorme para la época, no causa el más mínimo quebranto al riquísimo Conde de Romanones). Para los oficiales de menor graduación, en cambio, el Consejo de guerra aplicó severas penas de prisión. Entre éstos, con seis años de presidio por cumplir, estaba el capitán Fermín Galán, un gaditano de San Fernando que se había distinguido en la Guerra de Marruecos, profesaba ideas republicano-democráticas y era un decidido partidario de acabar con la monarquía mediante las armas.