Trescientas sesenta y ocho naves griegas esperan el inminente ataque de los persas en el estrecho que separa la isla de Salamina del Ática, se trata del golfo de Egina (anteriormente denominado golfo Sarónico), cerca de Atenas. En la contienda naval que sigue, el político y general ateniense TEMÍSTOCLES, derrota a 1.200 embarcaciones persas. Las naves persas, mayores en tamaño no pueden evitar las ágiles maniobras de los pequeños barcos griegos que las envuelven y encierran en la pequeña rada de Salamina. JERJES I, que ha presenciado la batalla desde su trono de oro en una colina sobre el puerto de Salamina, huye a Asia dejando a su cuñado Mardonio con 300.000 hombres para que continúe la guerra tratando de forzar el istmo de Corinto.

Al fin, Mardonio evacúa Atenas que es ocupada de nuevo por sus habitantes y allí se recibe una embajada de Mardonio. El rey persa ofrece la paz a los atenienses, comprometiéndose a restaurar la ciudad si Atenas se ofrece a ayudarlo para conquistar el Peloponeso acabando con la hegemonía espartana en aquella península. El ofrecimiento es rechazado por los atenienses que mantienen su alianza con los espartanos a quienes les piden que pasen a la ofensiva contra las tropas de tierra persas que se mantienen en territorio griego. Los espartanos dejarán pasar un año antes de actuar. Mardonio, entretanto, vuelve a apoderarse de Atenas, y los atenienses se trasladan de nuevo a Salamina en espera de la ayuda de los espartanos.

En el año 479 aC., llegan los espartanos y junto con los atenienses y demás aliados bajo la dirección de Pausanias, general espartano, atacan al resto del ejército de tierra persa. Lo atacan en Beocia y le infligen una dura derrota en Platea, al norte de Atenas donde muere el propio Mardonio. Los persas supervivientes huyen en retirada.

Las grandes victorias de Maratón (490 aC), Salamina (480 aC) y Platea (479 aC) y la misma gloriosa derrota de las Termópilas (480 aC), proclaman la superioridad, incluso militar, de los griegos sobre los persas. Pero los griegos no aprovecharán la ocasión para establecer lazos estables de concordia y unidad. En las guerras médicas, los jefes de Atenas y Esparta han sostenido agrias discusiones antes de acometer cada maniobra conjunta. Incluso ha llegado un momento en que ni el temor a Persia, atemperado por las victorias helenas, ha conseguido mantener en el mismo bando a espartanos y atenienses. Y es que las batallas de Salamina y Platea han permitido a los lacedemonios (espartanos) asegurar el Peloponeso y alrededores, o sea, su territorio.

Los jonios y los insulares, después de rechazar la autoridad de Pausanias (espartano), ofrecen a Atenas la dirección de las operaciones contra Persia con el fin de liberar las ciudades griegas de Asia menor. La guerra, aunque ya no en tierra griega, continuará durante treinta años más, bajo dirección de Atenas. Un congreso reunido en Delos, (478) organiza una nueva liga, llamada délica, pues en Delos se guardará el tesoro de la misma y se reunirán los confederados con participación por igual de todas las ciudades que la integran. Esparta no participa en esta alianza. Prefiere concentrarse en su zona de influencia directa, representada por la Liga del Peloponeso, la unión que lidera.

Arístides de Atenas organiza la Liga de Delos y fortifica el puerto de Pireo. Por otra parte, se instalan en Tracia una serie de colonias militares que dependen de la metrópoli. Gracias a la Liga de Delos se expulsa a la flota enemiga del Egeo. Atenas acabará convirtiéndose en un gran imperio sin cuyos beneficios económicos no puede entenderse la evolución del régimen democrático.

En Esparta la pérdida de la hegemonía marítima (478) y el abandono de la lucha contra los persas no han sido acogidos con unánime resignación. Entre los que quieren restablecer la primacía de Esparta figura Pausanias, y para ello trata con los ilotas, contando con ellos para hacerse con el poder. Pero es descubierto y asesinado. Los autores del crimen lo justifican con falsas acusaciones de alianza con los persas, que implican a Temístocles; debido a ellas, los atenienses lo declaran fuera de la ley y debe refugiarse en la corte persa. Esparta consolida la paz con Atenas.

Alejado el peligro persa, resurge el viejo antagonismo entre Atenas y Esparta. El primer atisbo del desastre que se avecina en Grecia, llega en 471 aC. Bajo la dirección de Cimón, hijo de Milcíades, la Liga de Delos sólo pretende proseguir las guerras médicas. Pero otros atenienses, entre ellos Temístocles, uno de los héroes de las guerras médicas, tienen sin duda ambiciones distintas que tienden nada menos que a imponer la hegemonía de su patria sobre el mundo griego. Temístocles es condenado al ostracismo.

Algunos aliados ya no ven la utilidad de las campañas que sigue llevando a cabo la Liga de Delos y, por otra parte, la hegemonía ateneinse empieza a agobiarlos. Así, los habitantes de Naxos se rebelan contra Atenas e intentan separarse de la Liga, pero Cimón la reduce duramente a la obediencia. (Lo mismo pasará con Tasos en el 465 aC)

Cimón, en su enfrentamiento con los mesenios sublevados, no consigue el éxito definitivo que esperan los espartanos, y éstos lo despiden sin miramiento al final del otoño del 462. La afrenta recae sobre Atenas y Cimón no puede evitar ser condenado al ostracismo.