Los carlistas, dirigidos por el guerrillero Savalls, el 9 de julio derrotan en Alpens a las fuerzas republicanas y, poco después, toma Igualada.

Se inicia el asedio de Portugalete por las tropas carlistas. Se rendirá el 22 de enero de 1874.

Dueños los carlistas de buena parte del territorio navarro, un ejército de la República, de doce mil hombres al mando del general Moriones, se enfrenta, en los alrededores de Estella, durante los día 7, 8 y 9, con los batallones carlistas en una encarnizada batalla -batalla de Montejurra (Navarra)- en la que los liberales se retiran a Arcos. Los carlistas consideran éste como su hecho de armas más glorioso, y el lugar de la batalla se ha convertido en el escenario de una concentración conmemorativa anual.

CARLOS de Borbón, duque de Madrid (título con el que los carlistas designan al pretendiente a la corona de España), aprovechando la desorganización general, en la fecha, se hace proclamar rey -en las provincias Vascongadas- con el nombre de CARLOS VII. La nueva guerra, que tiene un carácter regionalista más acusado da lugar a un hecho significativo de importancia: el pretendiente acude a Guernica, al pie del árbol, y jura los Fueros del Señorío.

Los carlistas llegan a ocupar en Catalunya ciudades importantes como la Seu d’Urgell, Igulada, Vic y Olot. Por otra parte, la villa de Prades (El Baix Camp), en la fecha, vuelve a ser castigada por su carlismo y quemada nuevamente. El Niño de Prades (Pere Balsells i Masgoret), con menos de veinte años, destaca en esta tercera guerra carlista (1872-1876).

A finales de febrero, los carlistas comienzan el bombardeo de Bilbao. Así, pues, Bilbao, como en la primera guerra carlista, sufre un cerco (febrero-mayo de 1874) de los carlistas. Cuando la empresa fracasa, se produce en el vasquismo tradicional una profunda sensación de desaliento.

SERRANO, que ha tomado el mando del ejército del Norte para dirigir las operaciones contra los carlistas, pretende conseguir una victoria para reforzar su posición política. Pero si en el Norte están los carlistas, en Madrid conspiran abiertamente los alfonsinos, quienes tiene cada vez más partidarios entre los jefes militares. Los generales Concha, Echagüe y Martínez se muestran ya en abril de 1874 decididos partidarios del restablecimiento de una monarquía encabezada por el hijo de Isabel II.

Batalla del Somorrostro. Las tropas gubernamentales al mando del general alfonsino, Concha, atacan a los carlistas que asedian Bilbao, haciéndoles huir. SERRANO entrará en la capital vasca.

El fin de la tercera guerra carlista se acerca al iniciarse en España el reinado de ALFONSO XII. El propio rey, el 23 de enero de 1875, reúne a 60 batallones con 90 cañones y 3.000 caballos, y se prepara para entrar en batalla. Desde Felipe V, es el único rey de España que manda personalmente a sus tropas. Este golpe de efecto servirá para constatar que uno de los objetivos prioritarios del nuevo régimen es poner fin a la rebelión carlista y conseguir la pacificación militar. La experiencia del sexenio demuestra que la pervivencia de un conflicto armado impide configurar una estructura política firme.

ALFONSO XII, en primera instancia logra romper el cerco carlista instalado sobre Pamplona para después recibir, el 3 de febrero de 1875, una de las más famosas derrotas en Lácar (Navarra), en el valle de Yerri, donde perecen alrededor de un millar de combatientes de ambos bandos, e incluso el rey está a punto de caer prisionero. Tras esta batalla, ALFONSO XII vuelve a refugiarse en Madrid. Este hecho será la última victoria de los carlistas.