Se procede a quemar, en la plaza del Mercado (Zaragoza), en efigie, al exsecretario del FELIPE II, Antonio PÉREZ -refugiado en Francia-, bajo las acusaciones de sodomía, hostilidad al Santo Oficio, y “ascendencia judía”. Antonio Pérez recibe en Francia el apoyo de Enrique de Navarra para intentar una invasión francesa encaminada a convertir a Aragón en una república, pero fracasará. Más tarde Pérez se trasladará a Inglaterra, donde ofrecerá información, que servirá para el ataque inglés a Cádiz en 1596, y estimulará la leyenda negra contra Felipe II.

En esta fecha, JUAN de Lanuza, Justicia Mayor de Aragón, es encarcelado y decapitado por la ayuda prestada a Antonio PÉREZ. Barcelona, en esta ocasión, no ayuda a los aragoneses como hubiese sido de desear, pues se limita a enviar una embajada al rey para solicitarle clemencia.

En el año 1592 muere en su palacio de Pastrana, ANA de Mendoza, princesa de Éboli y duquesa de Pastrana. No ha salido de sau palacio desde el día de su detención en 1579.

FELIPE II promulga, a principios de año, una amnistía general de la que se excluye al duque de Villahermosa y al conde de Aranda. La revuelta de Aragón termina, demostrando, a la vez, la debilidad y la fuerza del rey de España. Su debilidad se pone de manifiesto en la falta de control efectivo sobre un reino que goza de numerosos privilegios, como es Aragón; su fuerza, en las divisiones sociales que se han producido en este reino al convertirse la revuelta en poco más que un movimiento de la ciudad de Zaragoza y la aristocracia aragonesa, para conservar unas leyes que les favorecen directamente.

Tras intentar conseguir el perdón de la Corona sin éxito, Antonio Pérez fallece en París en la más absoluta pobreza en 1611.