La iniciativa bélica ya en manos del gobierno, permite que Martínez Campos, domine Valencia, después de un ligero bombardeo, el 8 de agosto. Dos días después, las tropas gubernamentales, mandadas por el general Salcedo, derrotan a las cantonalistas en Chinchilla.

Martínez CAMPOS, después de reprimir la insurrección de Valencia, se dirige a Cartagena, que ofrece una tenaz resistencia. El caso de Cartagena es especial, ya que a las buenas condiciones para la defensa que reúne la plaza -gracias a su fortificación- añade la fuerza militar que ha adquirido al adherirse numerosas tropas y la marinería al movimiento cantonal y apropiarse del arsenal y de los barcos que se encontraban en su puerto. Al frente del cantón está Antonio (Toñete) Gálvez Arce, que recibe el apoyo de numerosos diputados intransigentes y de destacados militares, como el general Contreras, que comprenden las posibilidades que se les ofrecen.

Alfonso XII desembarca en la ciudad de Valencia, procedente de Barcelona, donde es recibido con idéntico entusiasmo que en la Ciudad Condal. Posteriormente emprenderá el camino de Madrid para ocupar el trono de España.

En Valencia, los ingleses tienen en sus manos el transporte marítimo y la comercialización en destino, e incluso construyen y se reservan el puerto de Gandía en 1889. La evolución de cultivos se irá adaptando a los cambios del mercado.

En Valencia, el republicanismo de fin de siglo va abandonando las raíces federales. En Alicante se orienta hacia el posibilismo, y en los casos de Valencia y Castellón se impregna de populismo radical por medio del cual las masas van participando en la política y generando una cultura política democrática. El blasquismo, movimiento que toma su nombre del escritor más universal que ha tenido Valencia, Vicente Blasco Ibáñez, es su líder más representativo, aunque tiene su contrincante en Rodrigo Soriano, partidario de crear algo similar en Solidaritat Valenciana a imitación de la catalana. El blasquismo lo rechaza radicalmente y, en gran parte, influye en la mentalidad colectiva para configurar el anticatalanismo, pero refleja también sus limitaciones, pues apenas extiende su influencia fuera del distrito de la capital. El particularismo que despliega se mantiene dentro del marco español, a diferencia de otros fenómenos nacionalistas periféricos, como lo demuestra el hecho de que no consigue articular, durante la II República, un Estatuto para la Comunidad ante la oposición de Alicante y Castellón, optando incluso por un estatuto uniprovincial para Valencia.

El galleguismo y el valencianismo se puede decir que no tienen impacto político apreciable durante el primer tercio del siglo XX. Tanto en Galicia como en Valencia existen, aunque quizá en un grado muy inferior al de Catalunya o el País Vasco, factores culturales que favorecen la creencia en una personalidad característica. Pero ciertamente en ambas regiones falta un desarrollo económico que tienda a la vez a la diferenciación con respecto al resto de España. En realidad, se puede decir que en el terreno político más que nada lo que sucede es que determinadas fórmulas políticas se tiñen de un cierto regionalismo, sin derivar hacia un nacionalismo y, menos aún, radical.

La Federación Anarquista Ibérica (FAI) es una organización de carácter anarquista constituida clandestinamente en Valencia en 1927, con el objetivo de asegurar la orientación anarquista de la CNT. Sus seguidores son partidarios de mantenerse al margen de la actividad política de los partidos y defensora de la insurrección y la violencia contra los dirigentes políticos y los propietarios por hacer posible una revolución inmediata.

Los extremistas del movimiento anarquista fundan en Valencia la Federación Anarquista Ibérica (FAI), en la que, en consecuencia, existe una mayoría partidaria de la insurrección.

Inmediatamente después del golpe de Estado del 13 de septiembre hay una división entre los dirigentes anarcosindicalistas en cuanto a su paso a la clandestinidad, táctica que no todos aceptan. Después de los sucesos de Vera de Bidasoa es cerrado el principal periódico confederal y aumenta la represión. En julio de 1927 se crea en Valencia la Federación Anarquista Ibérica (FAI), en la que existe una mayoría partidaria de la insurrección.

La Derecha Regional Valenciana/Derecha Regional Agraria, fundada por Lluís Lucia, agrupa sectores de procedencia diversa -dinásticos, tradicionalistas, conservadores-, que han respaldado la Dictadura de Primo de Rivera. Consigue implantarse en muchas comarcas y desde el conservadurismo confesional hace gala de pragmatismo en las nuevas instituciones. En 1933, la DRV ganará las elecciones provinciales y en 1936 articulará un Frente Nacional que medira sus fuerzas con el Frente Popular, cuya victoria será amplia en Alicante y muy corta en las restantes provincias.