Al fallecer Isabel de Rusia, le sucede su sobrino PEDRO III, hijo de su hermana mayor y de Carlos Federico, duque de Schleswig-Holstein-Gottorp. Está casado con la alemana Sofía Augusta, que tiene tanto de inteligente como él de estúpido, y tanta capacidad de trabajo como él de indolencia. Para casarse, en 1745, ella hubo de convertirse a la fe ortodoxa rusa, lo que hizo con ecuanimidad, tomando el nuevo nombre de CATALINA.

FEDERICO II es salvado oportunamente por la muerte de Isabel de Rusia (“Milagro de Brandeburgo”) y la sucesión de PEDRO III (Príncipe de origen prusiano), que firma la paz de inmediato. PEDRO III no goza de plena salud mental y es un rendido admirador de Federico II de Prusia: no sólo abandona a los aliados de Rusia, sino que ofrece a FEDERICO alinearse en su bando. Los franceses, agotados, también firman la paz con Rusia.

El matrimonio de CATALINA con PEDRO III de Rusia no le aporta una vida adecuada para ella, en especial desde que tuvo la certidumbre de que él se proponía eliminarla. Pero CATALINA golpea primero, y el 9 de julio de 1762 encabeza una revuelta palaciega que derroca a PEDRO.

Muere asesinado, posiblemente con conocimiento de CATALINA, PEDRO III de Rusia en el castillo de Ropsch a manos de Orlov, el amante de su esposa CATALINA.

Es ejecutado Yemelyan Pugachov, pretendiente al trono de Rusia y sedicente descendiente de Pedro I. Había tomado el nombre de Pedro III oponiéndose a la zarina Catalina II. Pese a unos éxitos iniciales, no fue enemigo para el ejército regular ruso.