Von Spee evita un ataque naval anglo-japonés en Kiaochow, posesión alemana en China, y, en la fecha, huye por el Pacífico hasta las Malvinas donde llegará, después de sortear mil obstáculos, a principios del mes de diciembre de este mismo año.

En la fecha, el almirante británico Sturdee destruye en aguas de las islas Falkland o Malvinas, a la escuadra alemana de Von Spee (Batalla de las Malvinas). Ello supone el fin del bloqueo de las líneas marítimas inglesas. El único buque alemán que consigue escapar, el crucero ligero SMS Dresden, llegará a las islas Juan Fernández el 14 de marzo de 1915 y tras evacuar a la tripulación será destruido haciendo explotar su santabárbara.

Las autoridades de las islas Malvinas informan a la comunidad que la inteligencia británica advierte de una invasión inminente por parte de Argentina.

En Argentina, el gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri, consigue el apoyo casi unánime de la ciudadanía en abril de 1982 al ocupar por la fuerza las islas Malvinas. En efecto, el ejército argentino desembarca y ocupa las Malvinas, defendidas sólo por 67 infantes de marina británicos. El gobernador británico Hunt rinde las islas al contraalmirante argentino Busser. El conflicto es provocado por el sector duro del régimen como vía para perpetuarse en el poder y contrarrestar las protestas de los trabajadores, cuyos salarios habían caído un 40%. Da inicio la Guerra de las Malvinas que nunca será declarada como tal por ninguna de las dos partes. Además de las Malvinas, los argentinos también ocupan los inhóspitos y casi deshabitados archipiélagos de las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, todas ellas colonias británicas desde 1833.

El estallido de la Guerra de las Malvinas, en la fecha, y la postura que mantiene España en este conflicto en favor de Argentina, entorpecerá, sin duda, la puesta en marcha de la Declaración de Lisboa sobre el tema de Gibraltar.

La implacable Margaret Thatcher es la encargada de diluir todas las vanas ilusiones de los argentinos. Una imponente flota británica cruza el océano y desembarca sus tropas en las inhóspitas y lejanas islas Malvinas. La mediación del Papa Juan Pablo II no logra evitar el sangriento conflicto. En la fecha, el submarino nuclear británico HMS Conqueror torpedea y hunde al crucero argentino General Belgrano: 323 marinos argentinos pierden la vida. Los combates en tierra son asimismo salvajes y totalmente desproporcionados. Thatcher necesita también un sonoro éxito popular y la vana provocación de Galtieri se la sirve en bandeja.

En la guerra de las Malvinas. Un misil Exocet argentino hunde al destructor HMS Sheffield, el buque más moderno de la Royal Navy. Mueren 22 marinos.

El 14 de junio de 1982, las desamparadas y hambrientas tropas argentinas de infantería, desplegadas en Mont Longdon (Las Malvinas), se retiran desordenadamente ante el feroz ataque de las tropas británicas. Las brigadas del Black Goup y Para 2, bien pertrechadas y mejor preparadas para librar los combates más despiadados, siembran el pánico entre los imberbes infantes, que defienden una causa perdida de antemano. El general argentino Mario Benjamín Menéndez rinde las islas Malvinas al general británico Jeremy J. Moore. Los 8.000 soldados argentinos son desarmados y concentrados en el aeropuerto en calidad de prisioneros de guerra. Los veteranos supervivientes de aquella masacre, un cuarto de siglo después, seguirán arrastrándose por el centro de Buenos Aires reclamando compensaciones y suficiente reconocimiento para su inútil sacrificio. La guerra de las Malvinas ha costado la vida a 649 personas por el lado argentino y 258 por el lado del R.Unido. Por otra parte se han producido 1.068 heridos y 777 respectivamente.

Gran Bretaña recupera las islas Malvinas tras la breve guerra de las Malvinas y el desacreditado presidente de la Argentina Galtieri es cesado. Por falta de consenso entre los miembros de la Junta Militar, asume provisionalmente la presidencia, Alfredo Oscar Saint-Jean, (18/6/1982-1/7/1982). Asume la presidencia el general de división Reynaldo Bignone (1/7/1982-10/12/1983), que se ve abocado, ante el descrédito internacional de la Junta Militar, a convocar elecciones y a entregar el poder a un gobierno constitucional. De hecho, en Argentina, a principios de la década de los ochenta la oposición política ha sido erradicada, los programas de los partidos tradicionales se han ajustado a la nueva realidad, el control social y económico está en manos del capital financiero y se ha extendido la cultura de la especulación. En estas condiciones, el mantenimiento de un régimen de fuerza en el gobierno se hace innecesario. Así, el retorno al orden civil se ve precipitado por la derrota militar ante Gran Bretaña en la guerra de las Malvinas. La guerra de las Malvinas devuelve a las Fuerzas Armadas a los cuarteles, pero no les resta su poder de tutelaje político.

En 1992 se restablecen las relaciones diplomáticas plenas de Argentina con el Reino Unido, lo que ayuda a reparar las heridas de la guerra de Malvinas. Además, un decreto presidencial indulta a los militares que han sido condenados durante la presidencia de Raúl Alfonsín. Los sucesivos gobiernos de esta etapa democrática no sólo dan continuidad al modelo económico instaurado por la dictadura militar, sino que también toman medidas políticas que impiden la recuperación moral de la sociedad argentina. La quiebra de los valores éticos causada por la tortura y el terror de Estado durante la dictadura termina de materializarse con la aprobación de la ley de Punto Final y Obediencia Debida y el perdón presidencial a los militares juzgados. La dispensa a los responsables de las graves violaciones de los derechos humanos durante la dictadura generaliza en el imaginario popular la idea de impunidad de los actos fraudulentos y da carta de naturaleza a la corrupción, favorecida por una devastadora política de privatizaciones que pretende paliar las carencias de un orden económico improductivo.