IGNACIO (Obispo de Antioquía).

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El término “católico” aparece en una carta de Ignacio de Antioquía, dirigida a la iglesia de Esmirna.


El adjetivo “católica” referente a la Iglesia aparece en la literatura Cristiana con IGNACIO de Antioquía (discípulo de San Juan), por el año 110 (Recordemos que la literatura recoge la tradición oral que le precede). En su carta Ad Smyr (A los esmirniotas 8:2) dice: “Donde esté el Obispo, esté la muchedumbre así como donde está Jesucristo está la iglesia católica”. Los estudiosos discuten si “católico” en este contexto significa “universal” o “verdadera/auténtica.” La mayoría de los estudiosos favorecen el primer significado, bajo el razonamiento de que así como el Obispo preside la Iglesia local, asimismo Cristo preside la Iglesia universal. De hecho, la universalidad de la Iglesia proviene del mandato de Jesús a sus Apóstoles: “Vayan y prediquen el evangelio a toda criatura” (Mc 16;15). Jesús fundó una Iglesia para que fuese universal. Para que reuniese en su seno a toda la humanidad. Durante las persecuciones, desde los primeros siglos, cuando preguntaban a los cristianos a qué iglesia pertenecían decían “a la católica”. La Iglesia desde sus comienzos se ha llamado “cristiana” y “católica” indistintamente.

Ignacio, obispo de Antioquía, en la actual Siria, escribe -entre otras- una carta a la Iglesia de Roma.


IGNACIO, obispo de Antioquía (Siria), considerado Padre apostólico, escribe una serie de siete cartas a distintas Iglesias cuando va camino de Roma, donde va a ser condenado a muerte por su fe cristiana. En un pasaje de su carta a la Iglesia de Roma dice: «Yo no os mando como lo hacían Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles; yo soy un convicto. Ellos estaban en libertad; yo estoy encadenado». Su interpretación más probable es hacerla en el sentido de que eran Pedro y Pablo quienes, de algún modo, mandaban o encabezaban la Iglesia de Roma. Por otra parte, IGNACIO excluía evidentemente de esta Iglesia a los herejes, contra los cuales usó palabras muy fuertes: “fieras en forma humana, hombres a quienes no sólo no deberíais recibir, sino, si fuera posible, ni tan sólo tener tratos con ellos” (capítulo 4 de su carta a los esmirniotas). El mismo Ignacio de Antioquía testimonia la existencia de una jerarquía de tres grados que consistía en obispos, presbíteros (sacerdotes) y diáconos.

IGNACIO, obispo de Antioquía, es conducido a Roma y arrojado a las fieras en tiempo de Trajano.


IGNACIO, obispo de Antioquía, ha sido conducido a Roma y es, alrededor de esta fecha, arrojado a las fieras. IGNACIO ruega a sus amigos influyentes que no intervengan y le priven de sufrir en el Señor. Esta actitud será considerada herética más avanzado el siglo, cuando POLICARPO, obispo de Esmirna, establezca una norma al abstenerse de hacer nada que provoque a las autoridades. La Iglesia no cederá en la cuestión del culto al emperador o la divinidad de Cristo, pero por lo demás intentará no buscar problemas. Las siete cartas que se conocen de IGNACIO de Antioquía, escritas durante su traslado a Roma, son importantes desde un punto de vista doctrinal, en cuanto atestiguan por primera vez la existencia de una jerarquía eclesiástica que comprende: Obispos, Presbíteros y Diáconos. Sin embargo, no queda claro la idea de primado , ni tampoco su punto de vista exacto sobre la Eucaristía. POLICARPO, nos dejará un testimonio precioso acerca de la autenticidad de las cartas de IGNACIO: la epístola (año 154) con que enviará la colección de las siete cartas a los fieles de Filipos. Las siete cartas van dirigidas a las comunidades de: Éfeso, Magnesia, Tralia, Filadelfia, Esmirna, Roma y a Policarpo de Esmirna.