El Imperio romano de Oriente aún tiene un apariencia formidable sobre el mapa: conserva el norte de África, parte de Italia, el litoral hispánico y las islas del Mediterráneo oriental, pero ha quedado exhausto, lo que le cierra cualquier posibilidad de nuevas aventuras expansivas.

En 591, los ávaros alcanzan las murallas impenetrables de Constantinopla siendo repelidos. Tras su fracaso ante Constantinopla, los ávaros declinan rápidamente. Al igual que los hunos antes que ellos, no son más que una reducida camarilla militar que depende del campesinado al que domina. Una vez derrotados pierden su prestigio militar, los subordinados se rebelan, y el poder de la aristocracia se extingue con rapidez. Pero en el Este, las demás tribus asiáticas —búlgaros, jázaros y turcos— o conservan su poder o lo están incrementando.

El Imperio romano de Oriente y Persia firman un contrato de paz.

Gracias a la paz concertada con Persia, MAURICIO inicia una campaña en los Balcanes contra los eslavos y los ávaros, que se han apoderado de Sirmium, Singidunum (Belgrado) y Viminacium, entre otras ciudades, y desde allí inician sus saqueos hacia Tracia. Los soldados que han luchado en el frente oriental son puestos a las órdenes de Prisco, quien rechaza a los ávaros fuera del territorio de Tracia y decide atacar a los eslavos mas allá del Danubio. Para ello atraviesa el río a la altura de Silistria y ataca por sorpresa a Ardagasto en su propio campamento. A pesar de tranquilizarse, tanto ávaros como eslavos siguen presionando sobre las tierras del Imperio.

Los ávaros avanzan hacia Dalmacia desde Syrmium, destruyendo todo a su paso. MAURICIO se niega a rescatar a 12.000 prisioneros del kan de los ávaros, los cuales son degollados, lo que le vale el odio del ejército y su rebeldía ante la orden de pasar el invierno del otro lado del Danubio combatiendo con los ávaros.

Palestina que depende de Constantinopla, es gobernada por sus herederos, los bizantinos, cuando desaparece el Imperio romano de Oriente. Por otra parte, desde la conversión del Cristianismo en religión oficial, del Imperio, los Santos Lugares han comenzado a recibir numerosos peregrinos, corriente que ya no se interrumpirá jamás y dará lugar al auge de la vida monacal en la región.

En la fecha, el emperador romano de Oriente, MAURICO, el amigo de COSROES II de Persia, es asesinado -decapitado- en Constantinopla, junto a sus seis hijos, en el curso de un motín. Furioso por este crimen, COSROES II se apresura a declarar la guerra a su asesino, un oficial de baja graduación, incapaz y sanguinario, llamado FOCAS que se hace proclamar emperador (602-610) e instaura un régimen de terror dirigido, principalmente, contra la aristocracia. Si hay un borrón en el expediente del Papa GREGORIO I, no es otro que la satisfacción con que recibe la noticia de que MAURICIO ha sido asesinado y su trono usurpado, ya que pretende someter las iglesias orientales a su jurisdicción sin conseguirlo.

Sin duda COSROES II no quiere desaprovechar esta buena excusa -el asesinato de Mauricio, emperador romano de Oriente- para derrotar y despedazar al Imperio oriental, que ya se está disgregando bajo el inepto gobierno de FOCAS. Su tarea se ve facilitada porque gran parte de la población de Siria y Egipto es monofisita, esto es, cree que JESUCRISTO es totalmente divino. La doctrina oficial católica, profesada por Constantinopla, es que JESUCRISTO tiene una doble naturaleza humana y divina, y que sufrió como hombre. Los monofisitas son perseguidos sin descanso por los católicos emperadores de Constantinopla, y el odio que los monofisitas conciben contra los católicos es tal, que se niegan a luchar y a morir por el emperador. Prefieren, por tanto, ser gobernados por los persas antes que por Constantinopla. En consecuencia, cuando empieza la guerra en 603, los persas no hallan al principio sino facilidades.

AGILULFO rey de los lombardos (590-616) se convierte al catolicismo en 603 y será reconocido por el emperador bizantino FOCAS. Los ávaros le derrotarán en el Friuli.

En la guerra entre Persia y el Imperio romano de Oriente, los persas vencen a los bizantinos en Edesa, e irrumpen en la Perfectura de Oriente (605-610).