Ante la situación internacional, en todos los países europeos se produce un gran entusiasmo bélico. Por su parte la Segunda Internacional , a pesar de las esperanzas de amplios círculos, no podrá evitar la guerra; en todas partes los partidos socialistas se alínean tras los respectivos gobiernos, aunque sectores de ellos se mantengan en la oposición. El jefe socialista francés Jean Jaurès, que se manifiesta contra la guerra, es asesinado, en la fecha, en París.

El presidente francés POINCARE y el primer ministro francés Viviani han renovado los pactos de alianza con Rusia en San Petersburgo por lo que la declaración de guerra de Alemania a Rusia no basta. Francia, en virtud del tratado suscrito con Rusia debe acudir en ayuda de ésta. Francia puede retroceder en el último minuto, pero Alemania no está en situación de contar con eso; tiene que ponerse en el peor de los casos y actuar en consecuencia. En realidad, desde hace largo tiempo Alemania ha trazado sus planes para luchar en dos frentes, contra Francia y Rusia, de acuerdo con la estrategia elaborada por Alfred von Schlieffen (1833-1913). Según el «plan Schlieffen», el ejército alemán debe irrumpir a través de los Países Bajos y de Bélgica en el norte de Francia, estableciendo una tenaza con centro en los Alpes, que concluirá en París y envolverá al ejército francés. Éste quedará destruido en cuestión de semanas, y Alemania podrá volverse hacia el otro frente y luchar contra el gigante ruso, que entonces aún no habría completado la movilización. Alemania, en la fecha, declara por todo ello, la guerra a Francia.

Mientras los alemanes invaden Bélgica, una fuerza expedicionaria británica desembarca en Calais, Ostende y Dunkerque (Francia), al mando de sir John French. De esta manera Gran Bretaña asegura a Francia su asistencia después de algunos titubeos, ya que una parte del gabinete británico es partidaria, al menos, de una pasajera neutralidad y dos ministros dimiten. El último empujon para su entrada en la guerra lo da la penetración alemana en Bélgica.

Del 8 al 14 de agosto las tropas alemanas avanzan por Bélgica como un alud.

El 14 de agosto, las primeras fuerzas alemanas, habiendo ya atravesado Bélgica, penetran en Francia.

Batalla de Charleroi (Bélgica): Del 21 al 25 de agosto, al oeste de Bélgica, al otro lado del Mosa, tres ejércitos alemanes avanzan rápidamente sobre la izquierda francesa. JOFFRE se retira en toda la línea.

En la fecha, las tropas británicas se enfrentan a las alemanas en Mons, en Bélgica, cerca de la frontera francesa. A diferencia de los demás combatientes, Gran Bretaña no dispone de un nutrido ejército de reemplazo, pero el que tiene está bien instruido. Lucha con todo su ardor, porque Guillermo II, con su sempiterna tendencia a pronunciar frases inoportunas, se ha referido al «desdeñable y pequeño ejército» británico. Los soldados se dan a sí mismos el apodo de (los Viejos desdeñables), y luchan como fieras. Pero los alemanes son imparables, y los británicos han de retroceder.

La vía hacia París está libre, pero el general germano Alexander von Kluck opta entonces por virar hacia el sudeste dando tiempo a sus adversarios para reagruparse. Los franceses cesan en su retirada y deciden contraatacar.

Winston CHURCHILL piensa en atacar al enemigo más débil, Turquía, para separarlo de Alemania y establecer un cordón con los aliados rusos. Por él llegaría el trigo ucraniano, necesario para abastecer a las ciudades industriales de Gran Bretaña y Francia, a cambio de modernas armas con las que apuntalar al vacilante ejército del Zar. CHURCHILL diseña, en consecuencia, un desembarco de tropas griegas en la península de Gallípoli (llave europea del estrecho de los Dardanelos) y otro franco-británico menor en el lado asiático. Ambos estarían protegidos por una fuerte escuadra naval británica, a la que correspondería el peso de la operación. La flota estaría formada por acorazados y cruceros. Quizás en el teatro de operaciones atlántico se considerasen anticuados, pero, una vez hubieran rebasado las débiles defensas turcas para entrar en el mar de Mármara, se transformarían en una fuerza capaz de batir cualquier posición enemiga con sus cañones de gran calibre. Su objetivo final era la mismísima capital turca, Estambul.

Desde un punto de vista estrictamente militar, la operación planeada por CHURCHILL en Gallípoli, tampoco supondrá una carga significativa para el esfuerzo bélico. Sólo se emplearán buques de guerra obsoletos, y se d?istraerán pocas fuerzas de los principales frentes europeos, dado que la mayor parte de las tropas serán griegas. Con ello no sólo se impulsará a Grecia en la contienda, sino que tal vez se logrará animar a algún otro país que tenga cuentas pendientes con Turquía (como Rumanía o Italia) a seguir sus pasos y unirse a la Entente. En el mejor de los casos, con su capital batida por los cañones británicos, Churchill incluso cree posible que el gobierno turco llegue a pedir la paz. Mucho le cuesta a Churchill convencer al secretario de Estado para la guerra. Por el contrario, rusos y franceses se muestran encantados con la propuesta, y el gobierno de París ofrece sus propios buques de guerra para secundar la operación.