A los tres días de comenzadas las hostilidades, resulta ya claro para todos que Polonia lleva las de perder. No sólo no se ha podido detener a las fuerzas alemanas en ningún frente, sino que la desorganización en las filas polacas -agudizada por la destrucción de sus lineas de comunicación por parte de la Luftwaffe- hace muy difícil la coordinación de una respuesta eficaz. Sin embargo, HITLER no está tranquilo. A pesar de los éxitos militares, la población civil alemana, angustiada y temerosa, no muestra la adhesión que el régimen esperaba ante la nueva aventura. Tampoco parece que las declaraciones de buena voluntad, como el lema «Por la paz» con que se anuncia la reunión anual del partido, resulten demasiado creíbles. Pero, para su alivio, Francia e Inglaterra aún no han movido pieza.

En todo el territorio del Reich (Alemania, Austria, Checoslovaquia) hay unos 375.000 judíos a quienes se les prohíbe salir a la calle a partir de las 20 horas en invierno y de las 21 en verano. Se lleva a cabo la confiscación de todas sus radios.

Gran Bretaña realmente no está en condiciones de afrontar grandes batallas en tierra. Recuerda bien la sangría de la primera guerra y no desea que se repita. Por razones prácticas, desde el final de la guerra de Cien Años, casi medio milenio antes, Gran Bretaña ha preferido permanecer tras la muralla del mar y dejar que sus barcos combatan por ella, subvencionando a otras potencias para que luchen en tierra en su lugar. Por consiguiente, Gran Bretaña se prepara para librar una guerra naval contra Alemania. Inmediatamente, establece un bloqueo naval del enemigo que no resultará eficaz, pues Alemania, al menos en la primera mitad del período bélico, conquistará vastas extensiones de Europa y las saqueará en beneficio del pueblo alemán, de modo que el bloqueo británico sólo servirá para que pasen hambre las naciones conquistadas.

Todo cambia a primera hora de la mañana, cuando el embajador británico en Berlín, Henderson, entrega al consejero de embajada e intérprete de Hitler, el doctor Paul Schmidt, el siguiente ultimátum: «Si antes de las 11.00 h Alemania no ofrece seguridades de que suspenderá las hostilidades y se retirará de Polonia, Gran Bretaña se considerará en guerra». La falta de respuesta alemana hace que Neville Chamberlain anuncie por radio, a la hora señalada, la declaración de guerra. Hitler queda estupefacto, y dirigiéndose a Ribbentrop, su ministro de Exteriores, dice: «¿Y ahora qué?». Una hora más tarde llega el ultimátum francés. Franceses e ingleses cumplen su promesa para con Polonia. Su «guerra local» se ha convertido de pronto en una guerra general. HITLER pensaba que una vez más, como ha ocurrido meses atrás con Austria y Checoslovaquia, iba a salirse con la suya sin que las democracias occidentales reaccionasen. Pero por una vez sus cálculos han fallado.

Los polacos perpetran la matanza en Bromberg contra la población alemana, con unas 5.400 víctimas. Era una represalia por la invasión en curso de Polonia por las tropas de Hitler.

En la fecha, se firma un nuevo acuerdo germano-soviético en el que se contempla la partición de Polonia entre Alemania y la URSS. Se trata de la quinta partición de Polonia, firmada entre Alemania y la URSS. La parte anexionada por esta última se repartirá entre las repúblicas soviéticas de Bielorrusia y Ucrania.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial (1939), EDUARDO, el Duque de Windsor, se dedica a dar discursos criticando la actitud británica y defendiendo a los nazis; acepta el plan alemán para reponerle en el trono si consiguen derrotar a Inglaterra; e incluso espía para Alemania, suministrándole información sobre la reacción británica en caso de invadir Bélgica. Los duques de Windsor eligen para pasar la guerra las dictaduras del sur de Europa: la España de FRANCO primero, y el Portugal de SALAZAR, después. CHURCHILL, siente un profundo desprecio por el duque y sus inclinaciones proalemanas y considera que su presencia en el extranjero y sus contactos con simpatizantes nazis, por no hablar de sus intrigas son causa de vergüenza nacional.

Tras la toma soviética del este de Polonia en septiembre de 1939, la Galitzia polaca (que comprende casi 62.160 km2) se incorpora a la República Socialista Soviética de Ucrania.

El acorazado de bolsillo Graf Spee ha hundido a la marina mercante británica once barcos. La marina británica, golpeada y humillada, considera que debe dar caza al acorazado. Por fin, consigue arrinconarlo en la desembocadura del río de la Plata, entre Argentina y Uruguay. El capitán del Graf Spee no tiene otra opción que hundir su barco a fin de evitar que caiga en manos de los británicos. El Tratado de Versalles ha prohibido a Alemania construir buques con más de 10.000 toneladas de Registro Bruto. La necesidad de construir una poderosa flota se ha hecho evidente, pero en vista de las limitaciones, los ingenieros alemanes se han visto obligados a planificar una flota diferente. Se ha hecho imperioso diseñar un tipo de nave con las características de un acorazado, pero con las limitaciones que el tratado impone. Entre otras variantes, se utilizan aleaciones más ligeras. Así nacen los Acorazados de Bolsillo, barcos con la versatilidad de un crucero pero con la potencia de fuego de un acorazado. Se planifican tres barcos gemelos, el Admiral Scheer, el Deutschland y el Graf Spee, puesto en servicio en 1934. Alemania saca los acorazados de bolsillo para usarlos como buques corsario, azotando las rutas de navegación de los mercantes aliados.

La URSS es expulsada de la Sociedad de Naciones el 14 de diciembre 1939 por invasión de territorio finlandés.