La capital de Bélgica, Bruselas, es tomada por los alemanes.

Comienza la llamada Operación Dynamo o retirada de las fuerzas inglesas en Dunkerque ante la presión germana. Durará hasta el 4 de junio, y no se convertirá en desastre gracias a un inesperado desvío de las fuerzas atacantes.

LEOPOLDO III, rey de Bélgica, se ve forzado a tomar una discutida decisión, cual es capitular con su ejército y mantenerse en su país ocupado. Sin avisar a británicos ni franceses, ordena a los belgas deponer las armas. Además, permanece en su país -refugiado en su castillo de Laeken mientras el gobierno se traslada a Gran Bretaña, dando así pábulo a la creencia de que se apresta a convertirse en un títere de los alemanes. Los carros alemanes atraviesan las Ardenas y llegan hasta el Mosa, violando la neutralidad belga y burlando la «Línea Maginot».

Al terminar la Operación Dinamo, después de ocho días, se ha logrado hacer cruzar el estrecho a 338.000 soldados entre británicos y franceses, poniéndolos así fuera del alcance del ejército alemán. Se ha perdido todo el equipo pesado, pero los hombres están a salvo, y el indudable heroísmo de la acción, aunque resulte de una derrota al final de una retirada, tiene la fuerza moral de una victoria. Si HITLER no hubiera dado la orden de detenerse, todos aquellos soldados hubieran caído prisioneros, y el desánimo de los británicos hubiera sido definitivo. Pero la guerra continúa. Las unidades alemanas en Dunkerque actúan con eficacia ejemplar, y logran vencer a los restos de las fuerzas francesas.

Se inicia la batalla de Francia. Reciben este nombre las rapidíisimas operaciones en forma de blitzkrieg que, lanzadas por los alemanes, vencieron a Francia en dos semanas, del 4 al 16 de junio. Las Panzerdivisionen precedían a la infantería, apoyada por la Luftwaffe, todo lo cual sembraba el pánico en las poblaciones civiles y llevaba a las tropas francesas a la rendición. El 16 de junio el jefe de Gobierno Pétain pedirá el armisticio.

HITLER ofrece la paz a Gran Bretaña, según condiciones alemanas, claro está, y CHURCHILL se apresura a rechazarla orgullosamente. En un resonante discurso pronunciado el 4 de junio de 1940, CHURCHILL promete que la nación luchará en donde sea por cada palmo de terreno, y que «nunca nos rendiremos». Deja bien claro que aun en el caso de que Gran Bretaña fuera tomada y pasara hambre, el Imperio británico seguiría la lucha desde los dominios y las colonias.

La asombrosa conquista de Francia por Alemania entre mayo y junio de 1940 altera drásticamente la política inmediata del Régimen en España. A mediados de junio casi toda la opinion politica y militar en Madrid da un giro de 180 grados de Italia hacia Alemania. La ambición española ahora es formar parte del nuevo orden victorioso y, más concretamente, establecer un nuevo imperio español en el noroeste de África. El nuevo Estado de FRANCO ha proclamado con mucho vigor esta misión de fundar un Imperio, pero con una fórmula algo abstracta. Estos pronunciamientos sociales a menudo son el eco del énfasis que se pone en Italia para lograr una alta tasa de natalidad para una futura potencia militar. El objetivo es no sólo recuperar Gibraltar sino ampliar las modestas posesiones que tiene España en el noroeste de África a expensas de Francia. FRANCO está muy seguro de la victoria alemana y seguirá estándolo -aunque irá perdiendo la fe- hasta mediados de 1944. El 4 de junio, Beigbeder, ministro de Asuntos Exteriores de España, entrega al embajador alemán una lista de las reivindicaciones españolas sobre el noroeste de África.

El Gobierno y el rey de Noruega son trasladados a Gran Bretaña a bordo de un destructor británico, y se forma un gobierno en el exilio. En Noruega, Vidkun Quisling es proclamado cabeza política única, con un Consejo de Estado de 13 representantes elegidos por los nazis. Josef Terboven, es nombrado delegado del Reich como mandatario efectivo. Por otra parte, las últimas tropas británicas son evacuadas de Narvik, al norte de Noruega.

Frente a la férrea postura de Winston CHURCHILL, primer ministro británico, HITLER se ve obligado a seguir adelante con las hostilidades, y comienza a diseñar, en la fecha, un plan de invasión de Gran Bretaña denominado «Operación León Marino». Hermann Göering, comandante de la Luftwaffe y segundo hombre del III Reich, está exultante. Su aviación sólo ha cosechado hasta ese momento aplastantes victorias sin sufrir prácticamente bajas, y promete a HITLER acabar con la aviación inglesa en pocos días. La estrategia desarrollada se basa en una completa aniquilación de la RAF que permita un desembarco sin contratiempos en las costas británicas.

Recién ocupada Francia, Hitler y Mussolini se encuentran en Munich para discutir los siguientes pasos a seguir en Europa.