Pequeños efectivos de maquis penetran en España por los pasos de Roncesvalles y Roncal (unos 700 hombres). Pero muy pocos llegan a infiltrarse más allá de la línea del Ebro. Más tarde entran otros por el valle de Arán, aunque no consiguen tomar Viella. La guerrilla desaparecería totalmente en 1951.

La reanudación de la edición comercial de libros en catalán no puede empezar con unas mínimas condiciones hasta 1945. Sin duda, la iniciativa más atrevida es la de Josep Maria Cruzet y su editorial Selecta, que incluye autores clásicos y novedades. El panorama editorial en catalán está formado, mayoritariamente, por iniciativas modestas pero persistentes, como las editoriales Aymà, Dalmau Jover, Millà, Alpha, Barcino, Albertí . Otras editoriales, que publican sobre todo en castellano, abren pequeñas rendijas al catalán, como Destino o Jané.

Las circunstancias personales de los exiliados catalanes -debido a la guerra civil española- son muy diferentes. Los une la ausencia forzada del país, pero las cuestiones personales, como la familia o las posibilidades económicas, además de las convicciones políticas, ofrecen un abanico de realidades lo suficiente diversas. Algunos intelectuales, como Mauricio Serrahima vuelven relativamente pronto, el septiembre de 1940, y forma el grupo Miramar que pretende conectar los jóvenes universitarios con los maestros que no pueden ejercer esta función. Carles Orillo lo hace el 1943, igual que Ferran Soldevila o Josep Pozos y Labrador, que constituye el Consejo Nacional de la Democracia Catalana, organismo unitario de? los partidos catalanes clandestinos, a excepción del PSUC y que se reúne en casa de Josep Pozos y Labrador. Entre los asistentes se encuentran: Josep Benet, Alexandre Cirici, Joan Triadú, Josep Maria Ainaud o los hermanos Casassas.

El año 1946 marca un hito importante en el desarrollo de la cultura catalana. La actitud de la dictadura hasta este momento de represión indiscriminada se modificará lentamente y hará posibles algunas pequeñas, pero útiles, rendijas. Este inicio de permisividad se hace notorio en varios ámbitos de la actividad cultural, como la edición de libros, las representaciones teatrales y los premios literarios. La dictadura está debilitada por el boicot diplomático internacional y busca gestos de liberalización. Y a la vez los promotores culturales juzgan con optimismo el futuro. La combinación de los dos elementos hace posible esta reanudación, que se consolida el 1947 gracias al contenido cívico y catalanista de las fiestas de entronización de la Virgen María de Montserrat.

En 1946, a la muerte del Abat Marcet, pasó a ser Abat titular del Monasterio de Montserrat Aureli Maria Escarré i Jané (1946-16). Estamos ante un monje benedictino, renovador y estudioso de los textos litúrgicos y culturales, enviando a varios monjes a estudiar al extranjero. Potencia también la edición de algunas de las publicaciones más notables del cenobio como Serra d’Or una publicación dedicada a asuntos de interés religioso e histórico en Catalunya, teniendo proyectadas otras que le son denegadas. También fue el iniciador de las homilías en catalán.

La situación de los obreros durante la posguerra era muy dura. Los que trabajaban percibían salarios que eran claramente insuficientes por garantizar la subsistencia de las familias. Además, a muchas empresas había restricciones eléctricas que impedían trabajar toda la jornada y que se traducían en salarios todavía menores. Muchas empresas se vieron obligadas a pagar pluses por garantizar que su personal acudiera al trabajo en unas mínimas condiciones físicas, sin problemas de desnutrición. A causa de estos problemas, muchos sufrían enfermedades que se pueden asociar claramente a la miseria. Especialmente entre los años 1945 y 1947, la respuesta obrera a esta situación fue hacer huelgas más o menos espontáneas que reclamaban mejorar estas condiciones. De hecho, las principales huelgas de los años cuarenta fueron las del sector textil. Destaca por encima de todas la de Manresa, el enero de 1946, que empezó en la fábrica Bertran y Serra y se extendió a toda la ciudad y, después, a otras localidades. También se ha de mencionar la de Mataró, el marzo del mismo año.

La necesidad de afianzar la tímida reanudación de la literatura catalana a partir de 1945 impulsó la creación de algunos premios literarios, el primero de los cuales fue el Joanot Martorell de novela (1947). El 1950 se creó la Osa Menor de poesía, y a partir de estos se configuró un acto de relevancia, la Noche literaria de Santa Llúcia, que empezó a celebrarse el 1951, un intento de normalización que incluiría nuevos premios como Víctor Català de narrativa o la Aedos de biografía. A final de los cincuenta, los dos premios principales cambiaron de nombre e incrementaron su prestigio: el Sant Jordi de novela y Carles Orilla de poesía. En el ámbito oficial, la principal convocatoria eran los premios Ciutat de Barcelona, que celebraron la primera edición el 1950.

El poema «El pessebre» nació en el clima triste del exilio y por una petición de Maria -hija de Joan Alavedra. Un día de Navidad, la niña pidió a su padre que le hiciera «un vers». Y Joan Alavedra le escribió todo un poema, que tituló, sencillamente, «El pessebre». La obra fue premiada en los Jocs Florals de la Llengua Catalana que sé celebraron en Perpinyà. Pau Casals, a quien Alavedra hacía de secretario, le prometió que le pondría música. Así, de esta feliz unión, nació este oratorio que actualmente todo el mundo admira y que se ha convertido en -un himno mundial a la paz. La primera edición de «El pessebre» que se hizo en Catalunya, en 1947, fue clandestina y supuso una multa al impresor.

El fin de la Segunda Guerra Mundial fuerza al régimen franquista a hacer algunas concesiones, sobre todo de cara al exterior. Aprovechando esta necesidad y el estatus de que goza la Iglesia, un núcleo de católicos promueve un gran acto de contenido religioso, pero con un significado más amplio: las fiestas de entronización de la Mare de Déu de Montserrat, celebradas en el mes de abril de 1947. El impulso de esta iniciativa parte del mismo abad Escarré, que ha promovido la creación de la Comissió Abat Oliba, presidida per Fèlix Escalas, con Fèlix Millet como secretario general y Josep Benet como gran animador. Los actos, a los cuales asiste el ministro Martín Artajo, será la primera gran manifestación legal de catalanidad de la postguerra, con gran asistencia de público. La Comissió Abat Oliba ha sido la primera iniciativa asociativa de la postguerra en que participan personas que han hecho la guerra en los dos bandos enfrentados. Contará con muchas comisiones locales por toda Catalunya. El gran dinamismo que conseguirá esta comisión se deberá sobretodo a la dedicación de Josep Benet.

Francesc CAMBÓ, fallece en su exilio de Buenos Aires el 30 de abril de 1947.