A lo largo de todo el siglo XIX, el hecho migratorio marcará profundamente la historia de España y de Cuba, pues comunidades como la gallega, la vasca, las asturiana, la canaria, la mallorquina y la catalana se implicarán a fondo en un masivo flujo migratorio hacia la Gran Antilla. Son diversos los motivos que impulsan a cada uno de estos colectivos a emigrar. Con respecto a los catalanes es por la atracción que suponen las nuevas oportunidades de ejercer como intermediarios comerciales en mercados previamente cerrados al trato directo, sin la intermediación de los monopolistas de Cádiz. La intermediación de los catalanes constituirá uno de los pilares fundamentales. Del colonialismo español. Y es que en España sólo los catalanes poseen la capacidad técnica y profesional para aprovechar mejor las oportunidades brindadas por la protección arancelaria a la navegación española, lo cual viene dado por la posesión de una flota mercante eficiente y experimentada. Por otra parte, los comerciantes catalanes se han establecido en las ciudades portuarias cubanas desde las primeras décadas del siglo XIX.

El marco de protección institucional que ofrece Cuba como colonia de la monarquía española significa un poderoso incentivo para los españoles en general y para los catalanes en particular, interesados en el fomento de actividades comerciales y navieras. Sin éste les sería muy difícil vencer la competencia de otros grupos de emigrantes europeos que en este mismo momento se aprestan a conquistar mercados americanos para sus economías. A esto se añade la gran expansión azucarera que tiene lugar desde 1825 aproximadamente, lo que sin duda significa un gran estímulo para el establecimiento del grupo catalán en la isla.

Durante los diez años que duró la década ominosa se recupera en alguna modesta medida la economía española y comienza tímidamente un proceso de industrialización, empleándose por primera vez en España la máquina de vapor. Pero en el terreno político la ineptitud del monarca sigue dividiendo a sus súbditos en absolutistas y liberales. Éstos son perseguidos con saña. Así, en la fecha, es ejecutado en la horca el más popular de los guerrilleros “el Empecinado” en Roa (Burgos). Éste fue un militar español, héroe de la Guerra de la Independencia española en la que participó como jefe de una de las guerrillas legendarias que derrotaron repetidas veces al ejército napoleónico. Su nombre era Juan Martín Díez. Su figura fue tratada por Benito Pérez Galdós en los Episodios Nacionales como «Juan Martín el Empecinado». El apodo de este personaje histórico ha enriquecido nuestro idioma y así se dice empecinarse a obstinarse o empeñarse en conseguir un fin. No obstante dicho apodo viene de más antiguo pues era el apodo que tenían todos aquellos que nacían en el pueblo de Castrillo de Duero (Valladolid) al parecer por la abundancia de pecina (cieno negro) en el arroyo Botijas que cruza el pueblo. La palabra empecinado tenía el sentido, referido a una persona, de sucio y poco cuidado. Pero este personaje cambió definitivamente el sentido de la palabra, otorgándole mayor nobleza.

Levantamiento armado en Brihuega del general Bessières, partidario de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII. Preludio de la primera guerra carlista.

En el año 1826 nace en Granada Eugenia de Montijo, que llegará a ser emperatriz de Francia.

En la década ominosa (1823-1833), la Junta de la Fe, forma que adopta la extinguida Inquisición, ajusticia al maestro de Russafa Gaetá Ripoll en 1826, último condenado a muerte en España por herejía.

FERNANDO VII adopta algunas medidas de moderación y tolerancia que son recibidas con desagrado por parte de los absolutistas. Éstos empiezan a denominarse “realistas puros”.

Se publica el «Manifiesto realista» (nombre abreviado del «Manifiesto que dirige al pueblo español una Federación de Realistas Puros sobre el estado de la nación y sobre la necesidad de elevar al trono al Serenísimo Infante Don Carlos»). Fue el antecedente directo del carlismo.

Desde que se restablece de nuevo el absolutismo con FERNANDO VII, tienen lugar en España una serie de movimientos que desde el exterior organizan los liberales españoles exiliados pero sin éxito. Ya en 1826 tiene lugar una nueva expedición de parecidas características a la que había protagonizado Valdés en agosto de 1824. Los cabecillas son esta vez los hermanos Bazán, quienes con unos 60 hombres tratan de llevar a cabo un desembarco en algún lugar de la costa de Levante. La operación termina también con un rotundo fracaso y los hermanos Bazán son apresados y fusilados, en la fecha, por las autoridades españolas.

Al no tomar España posesión inmediata de las islas de Annobón, Fernando Poo y Corisco cedidas a España por los portugueses en 1777-1778, los británicos ocupan Fernando Poo, fundan allí los primeros poblados y conviertan a los esclavos libertos (“fernandinos”) en sus agentes y dan origen a una clase dirigente que en muchos aspectos perdurará.