BERLÍN

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Los ejércitos soviéticos han profundizado entre 400 y 500 kilómetros dentro del dispositivo alemán.


A finales de febrero de 1945, los cinco ejércitos soviéticos que se han puesto en marcha a mediados del mes anterior han profundizado entre 400 y 500 kilómetros dentro del dispositivo alemán, alcanzando la línea del Oder en casi toda su longitud. Berlín se halla tan sólo a 80 kilómetros

Berlín se halla ya bajo el alcance de los cañones soviéticos.


En la fecha, el general soviético Zkúkov toma Strausberg, a sólo 35 km de la capital alemana. Aunque los alemanes ya conocen el sonido de las explosiones de los bombardeos aéreos, sin embargo, los que se oyen en su periferia este 19 de abril de 1945 suenan de distinta forma. Los más entendidos, aquellos que, ahora inválidos o heridos, han estado en el frente de batalla, dan pronto con la respuesta: el nuevo sonido se debe a los obuses de la artillería de campaña, y no a las bombas de la aviación. Eso significa, en contra de lo que señalan los medios oficiales, que Berlín se halla ya bajo el alcance de los cañones soviéticos. Una y otra vez, más que asombrados estupefactos, sus habitantes se preguntan: ¿cómo ha sido esto posible?

Desde el comienzo de su ofensiva general en 1/1945, el avance del Ejército Rojo ha sido espectacular.


Desde el comienzo de su ofensiva general de invierno en enero de 1945, el avance del Ejército Rojo ha sido espectacular. A pesar de la enérgica defensa y de los ocasionales contraataques germanos, las tropas soviéticas han recorrido en poco más de tres semanas el amplio espacio que separa el río Vístula del Oder, último gran curso fluvial en su camino a Berlín, a un ritmo que supera los 30 km diarios. Es más, en su orilla occidental han logrado establecer dos importantes cabezas de puente: una al sur de Frankfurt del Oder y otra al norte de Küstrin, población a sólo 65 km de la capital. Las batallas defensivas no tienen cabida en la mente de Hitler, que hace oídos sordos a los informes sobre el inminente paso del Oder por los soviéticos. Se aferra a cualquier vana esperanza, moviendo una y otra vez los ejércitos germanos en busca de la oportunidad de recuperar la iniciativa definitivamente pérdida. Nadie, o casi nadie, se atreve a llevarle la contraria.

Berlín está rodeada por las tropas soviéticas que han iniciado ya su penetración en la ciudad. Americanos y rusos cierran la conquista en Torgau.


El día 25 de abril, Berlín está rodeada por las tropas soviéticas que han iniciado ya su penetración en la ciudad. Las tropas americanas y las rusas cierran la conquista del territorio alemán uniéndose en Torgau a orillas del Elba. Si bien Berlín resistirá más allá de sus fuerzas, con la determinación del que no tiene otra salida, la suerte está echada. Poco influyen el heroísmo suicida de los jóvenes nacionalsocialistas o la brutalidad de los tribunales volantes. Uno a uno, los barrios de la ciudad son ocupados, mientras la población civil, que no ha sido evacuada, se esconde en los sótanos y entre las ruinas y las tropas alemanas retroceden hacia la zona de los edificios gubernamentales, seguidos por el bombardeo tenaz de los soviéticos. En los abarrotados túneles del metro los gritos de dolor de los heridos ahogan el llanto de los niños. La ciudad agoniza. Se recurre a medidas extremas, como la voladura de los diques que separan el canal de Landwehr de las líneas del suburbano. La idea es impedir que sean utilizados por los rusos en su avance, aun a costa de la vida de los allí refugiados. Pero ni siquiera disposiciones de este calibre pueden cambiar el curso de los acontecimientos.

Los soviéticos rebasan finalmente el anillo defensivo basado en el Metro de Berlín y sólo las zonas céntricas del mismo quedan en poder de los alemanes,


El día 27 de abril los soviéticos rebasan finalmente el anillo defensivo basado en el Metro de Berlín y sólo las zonas céntricas del mismo quedan en poder de los alemanes, cuyas tropas se ven cada día en una situación más crítica, sin opciones de refuerzos externos, y con una creciente escasez de armas, municiones y suministros médicos.

Joseph Goebbels y su esposa Marian, asesinan con veneno a sus seis hijos, y ambos se suicidan disparándose en la cabeza.


En la mañana del 1 de mayo, en el Führerbunker, Joseph Goebbels -ministro de propaganda del Reich- y su esposa -Marian-  asesinan con veneno a sus seis hijos, y en la tarde de ese mismo día ambos se suicidan disparándose en la cabeza. También esa tarde se suicidan en el Führerbunker los generales Wilhelm Burgdorf y Hans Krebs. En medio de la noche, los soldados y oficiales que aún han sobrevivido a la batalla en el cerco de Berlín huyen de la zona del Führerbunker para escapar en grupos con la intención de llegar a los territorios bajo control norteamericano. El general Weidling no participa de la huida al considerarla muy arriesgada, pero acepta que lo hagan sus subordinados mientrar intenta buscar un acuerdo para rendirse al Ejército Rojo en tanto ahora él es la máxima autoridad de Berlín tras el suicidio de Goebbels.

Toma de Berlín por los rusos. Dónitz constituye un nuevo gobierno en Alemania.


Dónitz, sucesor de HITLER, constituye un gobierno en el que no sólo no incluye a ningún nacionalsocialista notorio, sino que algunos, como Himmler, son destituidos. Espera que ello le permita un más fácil trato con los aliados. Dónitz emite el siguiente comunicado: «Espero disciplina y obediencia. El caos y la ruina sólo pueden evitarse con la inmediata e incondicional ejecución de mis órdenes. Cualquiera que en estas circunstancias no cumpla con su deber y condene a las mujeres y a los niños a la esclavitud y a la muerte, será un traidor y un cobarde. El juramento de lealtad que hicisteis al Führer, ahora os obliga a mí. Que he sido nombrado por él su sucesor». Sobre las 9 de la mañana, y tras haber envenenado a sus seis hijos, el matrimonio Goebbels acaba también con su vida. El 1 de mayo, es la fecha oficial de la toma de Berlín por los rusos. El fotógrafo Evgeni Jaldei -un judío de Donetsk- inmortalizó la toma de Berlín con la célebre instantánea en la que se ve a un soviético -Aleksei Kovoliov- sosteniendo y enarbolando una bandera y a otro con gorra de plato -Abduljakim Ismailov- aguantando a Kovoliov para que no pierda el equilibrio.

El general Weidling envía un mensaje al general soviético Vasili Chuikov, jefe del Segundo Frente Bielorruso para solicitar la rendición incondicional.


Finalmente, a las 01.00 horas del 2 de mayo el general Weidling con su estado mayor envía un mensaje al general soviético Vasili Chuikov, jefe del Segundo Frente Bielorruso para solicitar la rendición incondicional. Chuikov se entera entonces de la muerte de Krebs y acepta a Weidling como jefe máximo de la guarnición berlinesa. Para el amanecer de ese día las tropas soviéticas lanzan un asalto final hacia la Cancillería del Reich, pero hallan muy poca resistencia en tanto la mayor parte de los defensores se habían unido al fallido intento de «ruptura» lanzado por el general Wilhelm Mohnke. Weidling rinde Berlín de manera incondicional el 2 de mayo a las 8.45 horas y requiere por radio a los defensores alemanes que cesen la lucha de inmediato, con lo cual termina la batalla. Para esas horas los focos de resistencia alemana en la ciudad eran ya muy reducidos y la mayor parte de las ruinas de Berlín estaban bajo control soviético. Ante la orden de Weidling, algunos nazis fanáticos optan por suicidarse en la mañana del 2 de mayo.

El general alemán Wilhelm Keitel firma la capitulación de Alemania ante el mariscal Zhúkov.


Un grupo de oficiales se fuga de Berlín liderados por el general Wilhelm Mohnke; a este grupo se unen Martin Bormann, el médico jefe de las SS Ludwig Stumpfegger, y el jefe máximo de las Hitlerjugend, Arthur Axmann. Al grupo de fugitivos militares se unen varios civiles hasta sumar algunos millares de individuos, pero el intento fracasa en la madrugada del 2 de mayo. Aunque un grupo numeroso de soldados y civiles llega a Spandau, otros fugitivos ni siquiera logran cruzar los puentes sobre el Spree para huir del área metropolitana de Berlín y son sorprendidos por los soviéticos, que les cortan la retirada. En este intento perecen varios cientos de alemanes, entre soldados y civiles. Mueren también Bormann y Stumpfegger, cuyos cadáveres reconoce Arthur Axmann días después. La gran mayoría de los fugitivos son muertos o apresados por los soviéticos y sólo unos pocos cientos logran huir lo bastante lejos hasta rendirse a los estadounidenses.