La OTAN amenaza con su intervención ante el despliegue de fuerzas Serbias en la frontera norte y Nordeste de Kosovo, donde se multiplican las “maniobras militares” en zonas controladas por los rebeldes kosovares y las provocaciones -maltratos y amenazas- dirigidas hacia los inspectores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).

Entre marzo y junio, 600 aviones de 13 países aliados bombardean objetivos militares yugoslavos para obligar a Belgrado a retirar sus tropas de Kosovo. Tras la retirada serbia, la OTAN se despliegará -en junio- en Kosovo. (En 2001 quedarán 43.000 soldados de varios países liderados por los aliados)

Un desafiante presidente yugoslavo hace saber de forma unilateral a la opinión pública el primer resultado de las conversaciones llevadas a cabo con el mediadior norteamericano Richard Holbrooke: “Las fuerzas extranjeras no tienen nada que buscar en mi país, Los intentos de condicionar el acuerdo político a la aceptación de estacionamiento de tropas extranjeras es inaceptable”. Mientras tenía lugar la entrevista, las fuerzas armadas serbias estaban llevando a cabo en Kosovo una nueva ofensiva que causó 4.000 nuevos refugiados. Por otra parte, continúa aumentando en Macedonia lo que será el futuro contingente de la OTAN en Kosovo

Belgrado, por su parte, reitera en París su negativa al despliegue internacional en suelo yugoslavo. Pero el plan de paz es muy claro y exige dicha medida para garantizar la puesta en práctica en el plazo de tres años de una \”autonomía sustancial\” en Kosovo. Sin el despliegue internacional, la delegación kosovar -y especialmente el núcleo del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK)- no aceptará entregar las armas. Todos los intentos que durante diecisiete días tanto el gobierno de EEUU. como el de Rusia han efectuado para persuadir al presidente MILOSEVIC de que acepte el despliegue internacional han resultado infructuosos, por lo que el Grupo de Contacto no quiere reproducir en París el espectáculo de prórrogas inaplazables que aplazaron en días y horas. El sí kosovar expresado por el UCK confirma el fin de las discrepancias internas de la delegación y enfoca todas las miradas hacia los serbios

Se ha reanudado en el centro de conferencias internacionales de París la negociación aplazada hace dos semanas en Rambouillet. El Grupo de Contacto ha recibido hoy un compromiso escrito inequivoco de la delegación kosovar de aceptación del plan de paz en su conjunto: Autonomía sustancial para Kosovo, depliegue militar internacional en la provincia y respeto a la integridad territorial yugoslva. La delegación albano-kosovar está dispuesta a firmar sin retoques el documento, en el día y la hora que crea conveniente el Grupo de Contacto. Con este compromiso kosovar, toda la presión y las amenazas recaen sobre la delegación serbia

Las negociaciones de París para pacificar Kosovo han terminado, han sido suspendidas sine die y el proceso de consultas para lanzar los ataques aéreos contra Yugoslavia ha comenzado. Sólo la delegación kosovar albanesa ha firmado simbólicamente el documento elaborado por el Grupo de Contacto, un gesto más publicitario que relevante. La última ronda de negociaciones en París ha servido al menos para hallar un único culpable del fracaso: Belgrado. Salvo que los serbios acepten el plan de paz -en cuyo caso se reanudaría por tercera vez la negociación-, la pregunta ahora no es si habrá represalias militares de la Alianza, sino cuándo se producirán

“Acabo de ordenar al general Clark que inicie las operaciones aéreas en la República Federal de Yugoslavia”, ha anunciado el secretario general de la OTAN, Javier SOLANA, a última hora de la noche. “Todos los esfuerzos para alcanzar una solución política negociada a la crisis de Kosovo han fracasado, no hay otra alternativa que iniciar una acción militar”. Javier SOLANA ha imputado toda la responsabilidad a la “intransigencia” de Belgrado. El secretario general fue contundente al asegurar que “la OTAN no emprende una guerra contra Yugoslavia”, y recalcó que el objetivo de la operación militar es “evitar más sufrimiento, represión y violencia contra la población civil de Kosovo”. Y concluyó: “Conocemos los riesgos de actuar. Pero todos coincidimos en que la inacción comporta todavía mayores peligros”

Belgrado ha decretado el “estado de peligro de guerra” y ha emprendido la mayor movilización de tropas desde la Segunda Guerra Mundial y la propia Italia ha desplegado baterías de misiles antiaéreos Hawk en el sur, frente a las costas ex yugoslavas en previsión de una posible ofensiva militar serbia contra el país de la Unión Europea que geográficamente le es más próximo. Mientras todo los líderes occidentales hacen piña en torno a la OTAN, el primer ministro ruso ha cancelado su visita a Washington dos hoas y media antes de aterrizar en EEUU.

El presidente ruso se ha declarado “profundamente indignado” por la acción militar de la OTAN “contra la Yugoslavia soberana” y ha dicho que Rusia se reservaba el derecho a tomar “medidas militares” para asegurar su seguridad y la de Europa en caso de extensión del conflicto, al tiempo que anunciaba que revisará las relaciones de Rusia con la OTAN. Eltsin ha calificado los ataques de “agresión abierta” y ha pedido una reunión inmediata del Consejo de Seguridad de la ONU, que se ha reunido en Nueva York. Como muestra de disgusto, Rusia ha ordenado el regreso a Moscú de su embajador ante la OTAN y el cierre de las oficinas rusas en el cuartel general aliado en Bruselas. “Podríamos detener a CLINTON, pero la conciencia no nos lo permite”, ha dicho Eltsin. Esta frase, lógicamente, sugiere que el último argumento de Rusia es su arsenal nuclear

Los bombarderos y barcos de la OTAN siguen lanzando misiles de crucero contra objetivos yugoslavos y lo seguirán haciendo con fuerza -según han afirmado desde Bruselas el secretario general de la ONU, Javier SOLANA y el comandante supremo aliado en Europa, general Wesley CLARK- hasta que el presidente Slobodan MILOSEVIC acepte el plan de paz para Kosovo o el potencial bélico yugoslavo quede destruido. La perspectiva de una guerra larga en los Balcanes está despertando el síndrome de Vietnam. Algunos opinan que las bombas no van a hacer el trabajo y que sólo se conseguirá reforzar la determinación de los serbios para oponerse al plan de paz