El Primer ministro de España, Juan José de Austria, concierta el inmediato matrimonio del rey CARLOS II con MARÍA LUISA de Orleáns a fin de asegurar la continuidad de la dinastía.

Se celebra en Fontaineblau la boda por poderes de CARLOS II de España el Hechizado  con MARÍA LUISA de Orleans, primogénita de Felipe de Orleans y Enriqueta de Inglaterra. Felipe de Orleans es hermano de LUIS XIV. Su situación en la corte fue muy difícil por la actitud frecuentemente antiespañola del rey de Francia. La princesa es llevada al altar por el delfín de Francia, de quien se dice que estaba enamorada. La reina madre de Carlos II se opone a la boda, rechazando un compromiso con la casa de Borbón, y tampoco María Luisa desea a su feo y enfermizo novio, pero éste se ha ilusionado, y la boda se celebra.

Día del encuentro de Carlos II con su esposa, María Luisa de Orleans, en Quintanapalla, cerca de Burgos. Se adelantó a ese día la misa de velaciones para satisfacer los impulsos del joven rey (18 años), que con todo no pudo cumplir con sus deberes viriles, pues, como se decía, «el rey tiene constipadas las partes». Finalmente se cumplió el milagro, pero sin conseguirse que la reina quedara en estado, al parecer porque «la cópula no era perfecta, no habiendo logrado ambos simultanear sus efusiones», según confidencia de la reina realizada a un diplomático francés.

La reina María Luisa de Orleans, de 26 años de edad, ha sido incapaz de dar un heredero a CARLOS II, rey de España, a pesar de llevar casados un decenio, por culpa de la eyaculación precoz del monarca. Pero no concibiéndose en la corte que ésta pueda ser la causa, la pobre reina se ve obligada a tomar todo tipo de brebajes y mejunjes que puedan despertar su fertilidad. Tras un paseo por los bosques de El Pardo, el día 9 de febrero se encuentra mal. Los médicos diagnostican equivocadamente cólera morbo y con sus «remedios» se sucede una apendicitis que pronto pasa a peritonitis. Fallece tres días más tarde. El embajador francés pide que se haga la autopsia a la reina en presencia de cirujanos de su confianza, pues se sospecha de envenenamiento. La respuesta es entregar los pasaportes al francés y ponerle en la frontera. Para CARLOS II y para todo el reino la falta de un heredero constituye toda una preocupación.