GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (ESPAÑA DE FRANCIA) (1808-1814)

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Al despertar la mañana del día dos de mayo de 1808, el pueblo de Madrid está relativamente tranquilo.


Al despertar la mañana del día de la fecha, el pueblo de Madrid está tranquilo, sólo un grupo de gente se ha reunido frente al Palacio Real. Hacia la 8h30m, la reina Mª LUISA de Borbón, acompañada de sus hijos, sube a un coche ante la indiferencia general. Los acontecimientos se precipitan cuando un tal José Blas Molina consigue penetrar en el edificio y asomarse a uno de sus balcones para gritar: “¡Que se llevan al infante!” (Francisco de Paula de Borbón: menor de los hijos del rey de España Carlos IV). Acto seguido las gentes, irritadas, entran en palacio mientras otros cortan las correas del carruaje para impedir la partida de la familia real y manifiestan su indignación contra los franceses. MURAT, enterado de los acontecimientos, envía a algunas fuerzas a la Plaza de Oriente para aplastar lo que considera un motín y se dispara contra las gentes indiscriminadamente. Entonces, el pueblo de Madrid entero se lanza a la calle.

Salta el “Dos de mayo” en Madrid acaudillado el pueblo por los capitanes DAOIZ y VELARDE.


Esta injerencia en España de NAPOLEÓN resulta un error. El segundo de Napoleón. Su primera equivocación militar ha sido la insensata expedición a Egipto, pero sus consecuencias fueron de corto alcance y el daño pudo remediarse. Pero la aventura española fue mucho peor y, además, innecesaria. La familia real española era totalmente servil a Napoleón, pero cuando la desplazó, destapó un avispero. Tanto el rey como el Príncipe de Asturias eran unos completos incompetentes, pero esta vez el pueblo español decidió que prefería tener un rey inútil pero suyo, que otro más capacitado pero impuesto desde el exterior. Salta el “Dos de mayo” en Madrid. El pueblo de Madrid, acaudillado por los capitanes DAOIZ y VELARDE y por el teniente RUIZ, se alza contra las tropas de MURAT para oponerse a la marcha del resto de la Familia Real a Bayona. Los dirigentes de la resistencia mueren en el combate y MURAT ordena una durísima represión.

Los británicos estan encantados con la situación en España, y atizan la rebelión enviando dinero y armas.


Los británicos estan encantados con la situación en España, y atizan la rebelión enviando dinero y armas. Más adelante enviarán también tropas al mando de Arthur Wellesley. Así empieza lo que los británicos llaman “guerra peninsular”, puesto que toda ella se libró en la Península ibérica.

La Inquisición condena el levantamiento del pueblo de Madrid del dos de mayo.


La Inquisición condena el levantamiento del pueblo de Madrid del dos de mayo considerándolo un “escandaloso tumulto del pueblo bajo”.

El ejército francés de 28.000 hombres, bajo el mando de Junot, atraviesa España y entra en Lisboa.


El ejército francés de 28.000 hombres, bajo el mando de Junot, después de atravesar España, entra en Lisboa. Si la ocupación es bien acogida por la minoría ilustrada, el ejemplo español del 2 de mayo cunde en Portugal en forma de levantamiento general (mayo-junio de 1808). La familia real portuguesa, en la fecha, huye al Brasil, lo que coloca a este país en situación de semiindependencia. La metrópoli deja de ser su intermediario, y Brasil pasa a comerciar directamente con su principal cliente: Gran Bretaña. El primer ministro inglés, W. Pitt, ha dicho sobre Brasil: “el imperio de América del Sur y la Gran Bretaña quedarán ligados eternamente, haciendo estas dos potencias un comercio exclusivo”. Así, la burguesía comercial brasileña se ve beneficiada, en detrimento del sector comercial ligado al monopolio portugués.

Las tropas francesas, ya dentro de la Península, se distribuyen en tres núcleos principales.


Las tropas francesas, ya dentro de la Península, se distribuyen en tres núcleos principales: uno en el centro, que asegura la comunicación entre Madrid y Francia, con unos 75.000 hombres; otro en Portugal, formado por unos 28.000 hombres y otro en Catalunya, al mando del General Duhesme, formado por unos 14.000 hombres.

Esta pieza también aparece en ... BARCELONA (Ciudad) • IMPERIO NAPOLEÓNICO EN FRANCIA (1804-1814) • MADRID (Ciudad) • PORTUGAL

En Valencia, el pueblo se echa a la calle contra los franceses, animado por “El Palleter”.


En Valencia, después que NAPOLEÓN eligiera a su hermano JOSÉ rey de España después de la abdicación de los Borbones con Carlos IV a la cabeza, el pueblo se echa a la calle el 23 de mayo de 1803 y en el imaginario colectivo han quedado figuras como “El Palleter”, vendedor de las aristas de cáñamo para encender el fuego del hogar. Su nombre es Vicente Doménech y es el primero que insta a los valencianos a levantarse contra los franceses. Alzando una faja roja con la incrustación de la Virgen de los Desamparados, declara la guerra a Francia. Ese día se constituye la junta de Valencia, a la que siguen la de Alicante, Castellón y otros núcleos, a pesar de que gran parte del reino capitula ante el mariscal Suchet. Comienza la transformación política y el inicio de una sociedad controlada por la burguesía, con la eliminación de las normas y costumbres feudales.

En junio Napoleón promulga la Carta de Bayona, por la que España se convierte en una monarquía constitucional.


La abdicación definitiva de Carlos IV y los lamentables sucesos del dos de mayo madrileño determinaron el comienzo de la sublevación en el resto de las provincias españolas. Se inicia así una cruenta guerra en la que la resistencia, organizada por las Juntas de Defensa, obligó a Napoleón a mantener durante mucho más tiempo que el que había calculado un frente abierto. Zaragoza, Gerona, Valencia se fueron sumando al alzamiento. En junio Napoleón promulga la Carta de Bayona, por la que España se convierte en una monarquía constitucional gobernada por su hermano José I ( 1808-1813). Se trata de una Constitución que aboga por la libertad de prensa y los derechos ciudadanos, aunque se muestre respetuosa con la condición católica de la mayoría de los españoles. En el Madrid ocupado se instaló José Bonaparte con la intención de modernizar la ciudad aunque siempre contó con la oposición del pueblo madrileño, que le obsequió con apodos tan halagüeños como “Pepe Botella” o el “Rey plazuelas”.