Disolución por orden gubernativa de las Juntas Militares de Defensa, creadas por militares descontentos con el sistema de ascensos. El gabinete de García Prieto dimitirá en junio, y su sucesor, el de Dato, reconocerá a las Juntas.

Frente al movimiento militar de la Juntas de Defensa, el Gobierno capitula, concediéndoles un aumento salarial y diversas mejoras profesionales, con la consiguiente debilitación del poder ejecutivo, que se halla inerme ante la revuelta militar. A este movimiento de los oficiales le sigue uno paralelo de los suboficiales y de diversos funcionarios públicos, que serán reprimidos por el Gobierno con el asentimiento de las juntas.

A principios de junio de 1917 intentan imponer a García PRIETO el reconocimiento de las Juntas, pero éste se niega a admitirla sin más consideraciones. Una vez más el partido liberal es incapaz de hacer frente a la protesta militar tal y como ha sucedido en 1905, lo que demuestra la debilidad de la política civil del período. Dado el papel que el ejército ha desempeñado en el origen de la monarquía de la Restauración, con su protesta causa graves dificultades, como nunca han existido con anterioridad, hasta poner en peligro el sistema político mismo.

Dimisión en España del gabinete de García PRIETO.

ALFONSO XIII llama de nuevo a formar gobierno a Eduardo DATO (11/6 a 31/10) que, con un equipo conservador, suspende las garantías constitucionales y somete la prensa a censura. Con estas medidas tratará de evitar los efectos más perniciosos de la protesta militar, pero provocará con ello la indignación de los sectores que se presentan como renovadores. El nombramiento de Eduardo DATO tiene su justificación, dada la incapacidad de los liberales para resolver el problema militar. Siempre durante la Restauración es habitual la rotación en el poder de los partidos políticos cuando existían problemas aparentemente irresolubles. Pero en esta ocasión la solución de DATO no sirve porque, como la protesta es grave, la carencia de libertades multiplica su intensidad y al mismo tiempo imposibilita que el gobierno la perciba.

El catolicismo social es la respuesta dada por la Iglesia en España al auge del movimiento obrero. Sus predicadores tienen eco en el medio rural, donde se conserva mejor la mentalidad tradicional y la Iglesia tiene mayor influencia. Castilla, mar amarillo donde bracea el pequeño agricultor, será su feudo principal. Desprovistos de toda autonomía tanto ideológica como operativa, los sindicatos católicos tendrán una vida lánguida, ahogados por las injerencias de la jerarquía.

Los diputados y senadores republicanos y regionalistas piden la reapertura de las Cortes. Ante la negativa del Gobierno de DATO, CAMBÓ propone la constitución de una Asamblea de Parlamentarios. Los diputados y senadores catalanes (excepto los monárquicos) se reúnen en el Ayuntamiento de Barcelona el 5 de juliol de 1917 y redactan un programa en el cual se pide la reestructuración del Estado.

España sigue careciendo de una auténtica política social -en realidad, no la hay en ningún país de Europa- y la evidente pobreza y hasta marginación de los trabajadores son convenientemente explotados por los agitadores, en especial anarquistas que, con bombas y con huelgas, mantienen en perpetua agitación el cuerpo social. El verano de 1917 es muy violento.

La Asamblea de Parlamentarios ha sido organizada por CAMBÓ en Barcelona al frente de la Lliga, ante la debilidad del sistema, para forzar a una convocatoria de Cortes que se traduzca en la redacción de una nueva Constitución. Pero el 19 de julio tiene lugar la disolución de la Asamblea de Parlamentarios, porque, aunque los catalanistas están dispuestos a liquidar el sistema constitucional, temen una revolución «obrera», de manera que rehúsan apoyar a socialistas y anarquistas y, posteriormente, condenan asustados sus acciones violentas. A los militares junteros y a los catalanistas les asustan hechos tales como que los socialistas han trasladado alijos de armas y municiones. –»Yo transporté armas y municiones en Bilbao, yo personalmente», dirá Indalecio Prieto poco después en las Cortes– con la intención de apoyar la revolución con las bocas de los fusiles. No iba a ser, por otra parte, la última vez que lo hicieran para derrocar un Gobierno legítimamente nacido de las urnas. LERROUX , por su parte, también participa en la Asamblea de Parlamentarios de este año.

En España, reconocimiento de las Juntas Militares de Defensa por el Gobierno DATO.