En Arapiles, apenas a 7 km. al sur de Salamanca, los 44.000 soldados del mariscal Marmont son batidos, en la fecha, en menos de 45 minutos. Entre los vencedores se encuentran el general Carlos de España y los guerrilleros de julián Sánchez. Wellesley considerará que la Batalla de Arapiles ha sido una de sus tres mejores victorias, siendo las otras dos las de Vitoria y Waterloo. Pese a su brevedad, la lucha es tan intensa que entre ambos bandos se producen unas diez mil bajas, repartidas casi por igual. La importancia de la victoria residirá en las pérdidas materiales francesas, sobre todo artillería y municiones y, fundamentalmente, en las consecuencias estratégicas y morales.

Ante lo grave de la situación, el Rey JOSÉ I huye de Madrid dirigiéndose a Valencia y SOULT levanta el sitio de Cádiz, evacúa Andalucía y se retira también sobre Valencia. De Valencia el ejército del Mariscal SUCHET se retira sobre Barcelona. Mientras tanto, las fuerzas españolas van recuperando terreno y acorralando a las francesas en Barcelona, donde se disponen a defenderse, pero se hallan muy debilitadas.

Wellesley entra en Madrid el 12 de agosto. En la capital de España, es recibido entusiásticamente; el Gobierno británico le concede el titulo de marqués del Duero, el portugués los de conde de Vimeiro, marqués de Torre-Vedras y duque de la Victoria y el español le nombra, Generalísimo de los ejércitos de España y le hace miembro de las órdenes de San Fernando y del Toisón de Oro. Sin embargo, no tendrá Wellesley mucho tiempo para saborear tantos honores. Su posición está expuesta a dos amenazas: una, procede del Suroeste: se trata de los ejércitos que se replegan desde Andalucía. La otra, proviene del Norte y consiste en las divisiones que, después de la Batalla de Arapiles, se están reorganizando.

Después de recibir autorización y recursos de la Nueva Granada, el brigadier Simón Bolívar inicia desde Cúcuta en los Andes venezolanos, en la fecha, una de sus acciones militares más destacadas, la Campaña Admirable. No encuentra resistencia. Avanza hasta Mérida y toma la ciudad pacíficamente después de que las autoridades realistas huyan ante su inminente llegada. En esta entrada triunfal se le concede por primera vez el título de «El Libertador», por decisión del Cabildo de Mérida. Rápidamente las fuerzas de Bolívar ganan terreno a un enemigo que huye ante un avance sorprendente. Finalmente, Bolívar obliga a pelear a las fuerzas realistas en Los Taguanes, entre Tucupido y Valencia. Les derrota, y una capitulación se firma en La Victoria.

En la fecha, Wellesley con un bien equipado ejército de 40.000 británicos y 26.000 portugueses, inicia su tercera y definitiva expedición al interior de España. Pasada la frontera, se le agregan 25.000 españoles. En Toro tiene noticias de que los franceses han evacuado Madrid y Valladolid, por lo que, sin pérdida de tiempo se encamina hacia el Norte con la intención de flanquear las posiciones de los franceses en el Ebro y cortarles las comunicaciones con su país.

En 1813, derrotado prácticamente en todas partes, el rey JOSÉ I trata de replegarse al otro lado del Ebro, estableciendo en Vascongadas y Aragón una zona de resistencia eficaz, amparada por las bases francesas en retaguardia. Las tropas españolas del ejército de Castilla, al mando de Castaños y del ejército de Galicia, al mando de Lacy, se unen al ejército inglés de Wellesley que se dirige hacia el norte.

JOSÉ I abandona España el 13 de junio de 1813.  Sale de España definitivamente sin su valioso «equipaje», que consiste en las joyas de la corona española y obras de arte, para refugiarse en Francia, donde permanecerá hasta la caída de Napoleón Bonaparte.

El 15 de junio, los aliados se hallan en Puente Arenas y el 21, detrás del río Zadorra, donde JOSÉ BONAPARTE y el mariscal Jourdan han situado sus 65.000 hombres. Allí se libra la Batalla de Vitoria, quizás la mayor de las de la Guerra de la Independencia, otra más ganada por Wellesley con la apreciable ayuda de los generales españoles Pablo Morillo, Pedro Girón y Francisco Langa. Las fuerzas aliadas abren la batalla al amanecer del 21 de junio, antes de lo que hubiera deseado el rey JOSÉ, que espera refuerzos de Navarra. De la mañana a la noche dura la batalla, en la que JOSÉ se ve obligado a abandonar todo su armamento pesado y el inmenso convoy con el equipaje real y cuanto habían pillado los franceses en Madrid en los últimos tiempos, retirándose apresuradamente hacia Pamplona por Salvatierra. Entre muertos y heridos, los franceses tienen 8.000 bajas y las de los aliados -que toman 151 cañones franceses y 415 carros de munición- no llegan a 5.000.

La derrota de los franceses es completa. Muchos de los colaboradores españoles del rey francés caen prisioneros y son objeto de lamentables represalias. Vitoria adquiere gran significación por esta batalla que tiene gran repercusión en Europa y es celebrada hasta por Beethoven, quien compone una obra en su memoria La Victoria de Wellington. Desde el verano de 1813 las Provincias Vascongadas se ven libres de ocupación. Asimismo esta victoria significa el final de la presencia francesa en España.