Olimpia, habiendo sido despreciada, trata de conseguir el apoyo bélico de su hermano, Alejandro rey de Epiro. FILIPO se adelanta a los acontecimientos y desactiva el peligro promoviendo la boda de su propia hija, habida de Olimpia, con el hermano de esta última, Alejandro, de manera que convirtiéndose en suegro del rey de Epiro, hará muy difícil que éste le llegue a atacar.

ALEJANDRO Magno increpa a un pirata que ha capturado echándole en cara su profesión. -Soy pirata -se oye responder- porque no tengo más que un barco. Si tuviera una flota, sería conquistador. ALEJANDRO le dejará en libertad.

La idea de descender al fondo del mar, también la lleva a cabo ALEJANDRO MAGNO. Para ello crea un barril de vidrio donde puede permanecer sumergido, por el período que le permite estar mientras dura el aire, eso sí, estático, solo puede observar o quizá maravillarse con lo que le rodea. Lo convierte en su pasatiempo favorito, quizá para aislarse y reflexionar sobre futuras conquistas.

Hombre de letras y militar a un tiempo, ALEJANDRO Magno se propone no sólo acabar con el Imperio persa, sino hacer llegar la cultura griega a zonas hasta entonces desconocidas. Uno de sus grandes empeños será enraizar e integrar a sus hombres en las tierras y costumbres de los territorios que pueda anexionarse. Así, tras asegurar Macedonia y la Grecia peninsular, ALEJANDRO Magno, con apenas 22 años, al mando de casi 40.000 hombres, cruza el Helesponto en busca de la gloria.

Madre e hijo (Olimpia y ALEJANDRO) ya no volverán a verse, aunque mantendrán una continua e intensa relación epistolar. La lectura de esta cartas revelará con nitidez, a lo largo de los siguientes años, la creciente tensión entre Olimpia y Antípatro, general de la vieja guardia de Filipo, valedor de ALEJANDRO en su ascenso al trono y regente de Macedonia en su ausencia.

ALEJANDRO Magno, tras atravesar los Dardanelos, lleva a cabo uno de esos gestos que caracterizarán buena parte de su campaña en Asia, visitando el sitio de la antigua Ilión (Troya) para rendir homenaje al mítico Aquiles, del que la tradición le hace descendiente.

ALEJANDRO Magno, entrado ya en batalla, en la fecha, vence a los sátrapas (gobernadores persas) en el río Gránico y libera Sardes y las ciudades griegas de Asia. Las terribles sarisas macedonias -lanzas de grandes proporciones- causan un innegable estrago entre el enemigo. ALEJANDRO asienta a sus gentes en las nuevas ciudades recién fundadas y propicia matrimonios mixtos.

Tras atravesar Mileto, Halicarnaso, Lidia y Panfilia, ALEJANDRO Magno llega a Frigia, en cuya capital, Gordión (cerca de la actual Ankara), desafía la leyenda que dice que quien desate el nudo que ata al yugo la lanza del carro de Gordio, rey de Frigia, (nudo gordiano) será el dueño de Asia. ALEJANDRO, tras un intento fallido de desatar aquel conglomerado de hilachas de cornejo, decide cortarlo de un tajo exclamando: ¡Tanto monta!.

En la fecha, se produce en Issos (actual golfo de Izkenderun, Turquía), un terrible enfrentamiento en campo abierto entre macedonios y persas, obteniendo ALEJANDRO Magno una victoria absoluta sobre DARÍO III Codomano. La victoria radica en el excelente orden táctico de ALEJANDRO. Mueren unos cien mil persas, la mayoría mientras huyen tras la batalla. Son hechas prisioneras la madre, la mujer y dos hijas de DARÍO que serán tratadas conforme a su rango y con toda dignidad. Darío huye después de la batalla. El objetivo de Alejandro es capturarlo o matarlo, para que así las distintas tribus del imperio persa lo reconozcan como su sucesor. Darío ha ordenado preparar el terreno aplanando las rocas salientes para el uso de sus carros en el ataque, a los que ha incorporado hojas de espadas en las ruedas para así vencer a la falange macedónica.

En las fechas siguientes a la batalla de Issos da comienzo una muy curiosa correspondencia entre los dos rivales, el rey macedonio ALEJANDRO Magno y el emperador persa DARÍO III, en la que este último intenta por todos los medios poner un precio a las ambiciones territoriales de ALEJANDRO y recuperar a su familia en poder de ALEJANDRO desde su victoria en Issos en el mes de noviembre. DARÍO está dispuesto a darle diez mil talentos por el rescate de su madre, su mujer y sus hijas; además afirma que ALEJANDRO puede quedarse con el territorio entre el Éufrates y el mar Egeo, y para terminar le ofrece la mano de su hija. Y es que en el siglo IV aC, sólo hay un poder mundial: Persia. Este imperio ya ha conquistado todas las ciudades griegas a lo largo de la costa oriental del mar Egeo. Cuando Atenas se atreve a implicarse en la revuelta de una de estas antiguas urbes griegas, los emperadores de Persia deciden que no tienen más remedio que conquistar toda Grecia. Pero ALEJANDRO Magno que cree su deber divino proteger a toda Grecia no está dispuesto a aceptar condiciones.