Del 28 al 30 de agosto, el general francés CasteInau contiene a los alemanes en Lorena.

Entre el 1 y el 13 de septiembre, las tropas alemanas en el frente oriental, expulsan al Primer ejército ruso fuera de Alemania.

JOFFRE ordena que la retirada de los franceses en el frente occidental continúe, hasta una línea situada al sur del Sena, por creer imposible la resistencia en el Marne.

La vía hacia París está libre, pero el general germano Alexander von Kluck opta entonces por virar hacia el sudeste dando tiempo a sus adversarios para reagruparse. Los franceses cesan en su retirada y deciden contraatacar.

Gran Bretaña, Francia y Rusia establecen por el «Tratado de Londres» de la fecha, un compromiso de no firmar ninguna paz por separado. A este Tratado se adherirá Italia en 1915 y Japón en 1917.

Aunque los alemanes no son rechazados muy lejos, el ritmo de su avance se ve interrumpido. Realmente, la batalla del Marne será la más decisiva de la guerra. En caso de ganarla los alemanes, probablemente hubieran tomado París, y forzado la capitulación de Francia. Entonces los alemanes hubieran descargado toda su fuerza sobre Rusia, conduciéndola al colapso. A continuación, se hubiera improvisado una paz con Gran Bretaña, acordada para beneficio de Alemania.

BENEDICTO XV -papa- (6/9/1914 – 22/1/1922). A sólo tres meses de su nombramiento como cardenal, participa en el cónclave que sigue a la muerte de san Pío X. El tercer día de reunión y a la décima votación es elegido papa: era el 3 de septiembre de 1914. Es coronado tres días después en la Capilla Sixtina. El Papa BENEDICTO XV se encuentra con una Europa en guerra, contra la que no podrá hacer más que labores humanitarias.

El general francés Joseph JOFFRE manda confiscar todos los taxis de París para transportar soldados al frente. Pueden así atacar a los alemanes por el flanco en la cruenta batalla del río Marne (del 6 al 9 de septiembre), en la que participan dos millones de soldados, de los cuales 500.000 pierden la vida. Los alemanes tienen que retirarse hacia el río Somme, sentenciando a muerte el presuntamente veloz plan Schlieffen.

Del 8 al 12 de septiembre, los austríacos sufren otra severa derrota de nuevo en Lemberg. Estas derrotas originan la pérdida de la ciudad y de la Galitzia oriental y tienen como consecuencia el desarticulamiento del armazón del ejército austro-húngaro.

La rápida derrota de Francia, prevista en el plan de ataque alemán, no se logra. Por el contrario, después de la derrota alemana en la batalla del Marne, la lucha en el oeste se convierte en una guerra de trincheras donde la clave del éxito no está tanto en la cualificación de los mandos ni en la tecnología militar como en la capacidad de resistencia y en las posibilidades económicas de los contendientes. Desde el comienzo de la guerra el Káiser pasa a segundo plano y a lo largo de la misma los débiles cancilleres del Reich han de someterse cada vez más a la presión de la conducción suprema del ejército con el mariscal de campo Paul von Hindenburg como jefe nominal y el general Erich Ludendorff como jefe efectivo.