En la fecha, nace y es jurada como heredera JUANA, hija primogénita de ENRIQUE IV y de su segunda esposa JUANA de Portugal. Este nacimiento desplaza aún más, como heredera, a ISABEL de Castilla. Algunos dicen que ENRIQUE IV es impotente, pero parece que sólo lo ha sido en su relación con BLANCA -su primera esposa- y por causa de hechizo según se cree. De hecho ENRIQUE IV fue un rey mujeriego.
JUANA la Beltraneja
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Una parte de la nobleza castellana se reserva el seguir considerando como heredero a ALFONSO.
En un acta secreta, una parte de la nobleza castellana encabezada por el marques de Villena se reserva el seguir considerando como heredero a ALFONSO, hermanastro de ENRIQUE IV y príncipe de Asturias, por la presunta ilegitimidad de JUANA, hija de ENRIQUE IV, conocida posteriormente como JUANA la Beltraneja, cuyos derechos sucesorios niegan. Parece que los propios nobles que proclaman la ilegitimidad de JUANA no esgrimen enseguida el argumento de su bastardía; se limitan a poner en duda sus derechos a la corona; más tarde tan sólo, deseando reforzar su posición, emplearán este argumento.
Documento en el que varios de los nobles de Burgos niegan la legitimidad de Juana la Beltraneja.
Lectura ante el rey ENRIQUE IV del contexto insolente del célebre documento en que varios de los nobles de Burgos protestan de la legitimidad de JUANA la Beltraneja y piden el destierro de BELTRÁN de la Cueva. En este documento se acusa en particular a ENRIQUE IV de entregar el Estado a su favorito BELTRÁN de la Cueva y se le conmina a desheredar a la infanta JUANA, hija presunta de este último. Hasta este momento, en Castilla habían transcurrido diez años, los del reinado de ENRIQUE IV, de paz y de justicia. A partir de este momento, los disturbios comienzan como consecuencia de desacuerdos políticos, pretensiones de la nobleza, disputas dinásticas, pero no hasta el punto de justificar una condena sin paliativos al reinado de ENRIQUE IV.
ENRIQUE IV, rey de Castilla, incapaz de reprimir la oposición de una fracción de la nobleza castellana.
ENRIQUE IV, rey de Castilla, incapaz de reprimir la oposición de una fracción de la nobleza castellana, tiene que aceptar las condiciones de los nobles: el 30 de noviembre deshereda a su hija JUANA (sin declararla ilegítima, no obstante) y reconoce a su (del rey) hermanastro ALFONSO como heredero del trono.
Alfonso de Ávila es un juguete en manos de los nobles. Estos quieren que se case con Juana la Beltraneja.
El heredero del trono es convertido por los nobles en rey mientras aún vive ENRIQUE y durante los tres años de su “reinado”, ALFONSO de Ávila será un juguete en manos de los nobles, que cambiarán de bando a menudo en función de las presiones y de las ofertas de ENRIQUE, de las negociaciones entabladas o, simplemente, cuando no se vean recompensados de acuerdo a los méritos que crean tener. Los seguidores de ALFONSO quieren que éste se case con JUANA la Beltraneja.
Isabel se considera, desde ese momento, heredera de la corona. Adopta el título de princesa-heredera.
Basándose en el testamento de su padre JUAN II, y aceptando la ilegitimidad de JUANA la Beltraneja, ISABEL se considera, desde ese momento, heredera de la corona. Así, pues, en la fecha, ISABEL de Castilla adopta el título de princesa-heredera. Los nobles sostienen su candidatura, puesto que necesitan un nuevo símbolo para enfrentar a ENRIQUE IV. ¿Qué pueden temer de ella, una niña de diecisiete años? Gracias a ella, los nobles piensan que reinarán por persona interpuesta. ISABEL reivindica sus derechos, firmemente, pero tiene mucho cuidado en no tomar partido en la lucha política para no aparecer como la candidata de una facción.
ISABEL, a quien beneficia la disputa sobre JUANA la Beltraneja, no ataca nunca por ello a ENRIQUE IV.
ISABEL, a quien beneficia la disputa generada con la presunta ilegalidad de JUANA la Beltraneja, no ataca nunca a ENRIQUE IV por lo que respecta a su vida conyugal (deja que lo hagan sus propagandistas…); se limita siempre al aspecto estrictamente jurídico del problema: el testamento de JUAN II de Castilla y el acta de los Toros de Guisando que le dan los fundamentos para reivindicar para sí misma la corona después del fallecimiento de su hermano ALFONSO. El problema esencial es la lucha entre la nobleza y el Estado que las discusiones en torno a la virilidad de ENRIQUE IV y sus desengaños conyugales no deben hacernos olvidar.
Isabel reconocida por Enrique IV heredera de la corona de Castilla e Isabel reconoce a Enrique como rey.
ENRIQUE IV conoce la noticia de que JUANA la Beltraneja, que es aún soltera, se encuentra embarazada, lo que provoca su hundimiento moral. Tal estado anímico del rey permite, pues, que se llegue a un acuerdo. Así, en la Venta de los Toros de Guisando, entre Cadalso y Cebreros, término de El Tiemblo (Ávila) tiene lugar, entre ISABEL de Castilla y su hermano ENRIQUE IV, el “Pacto de los Toros de Guisando” (Nombre que proviene de unas toscas figuras de toro, labradas en piedra barroqueña, vestigios del pastoreo celta). Este pacto, incide en la ilegitimidad de JUANA al considerar la nulidad del matrimonio de ENRIQUE IV con la reina JUANA de Portugal, situación que el rey reconoce. Como conclusión se restablece la autoridad de ENRIQUE IV, pero a costa de una concesión capital: el rey deshereda por segunda vez a la infanta JUANA y reconoce los derechos de ISABEL. Así, en la fecha, ISABEL, es reconocida por ENRIQUE IV heredera a la corona de Castilla, y, la inversa, ISABEL reconoce como rey a ENRIQUE IV.
Previsiones de matrimonio entre ISABEL de Castilla y ALFONSO V de Portugal.
Asentado en el poder Juan PACHECO (marqués de Villena), sus afanes se centran en el matrimonio de ISABEL con ALFONSO V de Portugal, matrimonio que será simultáneo al de JUAN, hijo del anterior y heredero del trono portugués, con la infanta JUANA la Beltraneja.
Enrique IV jura que Juana es hija legítima por lo que la proclama heredera de la Corona de Castilla. Hechos de Valdelozoya.
ENRIQUE IV de Castilla, enfadado porque ISABEL, su hermanastra, y heredera de la corona de Castilla se ha casado sin su consentimiento con FERNANDO, hijo y heredero de JUAN II de Aragón y Catalunya, proclama heredera -en la fecha- a su hija JUANA la Beltraneja después de jurar que JUANA es hija legítima. Ésta es prometida en matrimonio al duque de Guyena, hermano de LUIS XI de Francia, pero el duque muere a poco de celebrarse los esponsorios. Estos acontecimientos son conocidos en la historia como los “Hechos de Valdelozoya”