Nace ENRIQUE (que será Enrique IV, el Impotente) hijo de JUAN II, rey de Castilla y León y de MARÍA de Aragón, su primera esposa
ENRIQUE IV el Impotente (Rey Corona de Castilla)(1454-1474)
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El Tratado de Toledo determina que los infantes de Aragón renuncian a todas sus posesiones en Castilla.
El Tratado de Toledo, establecido el 22 de setiembre de 1436, determina que los infantes de Aragón renuncian a todas sus posesiones en Castilla, a cambio de una compensación económica. Se firma también la paz entre Castilla y Navarra y con todo ello, se pone fin a las reclamaciones de JUAN II de Navarra. Para confirmar la paz, se concierta la boda de la infanta BLANCA de Navarra con el príncipe ENRIQUE, heredero de Castilla.
Según el Tratado de Toledo, se casan la infanta BLANCA de Navarra y ENRIQUE, heredero de Castilla.
En la fecha, y de acuerdo con lo acordado en Toledo, se casan la infanta BLANCA de Navarra y ENRIQUE, heredero de Castilla. La boda, dada la consanguinidad de los contrayentes, requiere y obtiene la correspondiente dispensa pontificia.
Esta vez es el príncipe heredero de Castilla, Enrique (futuro Enrique IV), quien da la señal de sublevació
Constituidos una vez más los consabidos dos bandos, es en esta ocasión el príncipe heredero de Castilla, ENRIQUE (futuro Enrique IV), proclamado príncipe de Asturias, quien da la señal, en la fecha, para la sublevación.
ÁLVARO de Luna da un golpe de estado en Zafraga y se hace con el poder absoluto.
En la corte vuelven a configurarse, pese a todo, dos poderes: por un lado, el del príncipe heredero, ENRIQUE, que aparece como el apaciguador tras la batalla y que se apoya en Juan Pacheco y su hermano Pedro Girón y que defiende la política de la nobleza; por otro, el del valido de JUAN II rey de Castilla, ÁLVARO de Luna, que pretende reforzar la autoridad real. A raíz de esta pugna, el condestable da un golpe de estado en Zafraga (11 de mayo de 1448) y se hace con el poder absoluto. Pero aquello significa una nueva lucha en campo abierto que le coloca en la difícil situación cuando la derrota del portugués duque de Coimbra en la batalla de Alfarrobeira le priva del apoyo que le llegaba de Portugal.
Tratado de Puente la Reina: CARLOS de Viana busca colaboración para tomar el trono de Navarra.
La intervención de JUAN II en los asuntos de Navarra llega a tales extremos que el príncipe CARLOS de Viana firma en Puente la Reina, en septiembre de 1451 un tratado con ALVARO de Luna -hombre fuerte de Castilla- y con el príncipe de Asturias, ENRIQUE, con la intención de tomar el trono de Navarra (Tratado de Puente la Reina). Este tratado determinará la ruptura definitiva entre padre e hijo.
ENRIQUE heredero de Castilla y León anula su matrimonio con BLANCA II de Navarra.
ENRIQUE, heredero de Castilla y León, hermanastro, de ISABEL de Castilla, después de doce años de vida en común, anula su matrimonio con BLANCA II de Navarra, tras confesar: «nunca la había conocido maritalmente y que la dicha señora Princesa estaba virgen incorrupta como había nacido». Esta anulación es formalizada por el obispo de Segovia.
Isabel se ve relegada al tercer lugar en la línea sucesoria por el nacimiento de Alfonso, preferido por varón.
Nace en Tordesillas, ALFONSO de Ávila, hermano de ISABEL de Castilla. Hasta los dos años de edad, ISABEL de Castilla, hija del segundo matrimonio del rey castellano, ocupa el primer lugar en la línea sucesoria, después de su hermanastro ENRIQUE. Pero en la fecha se ve relegada por el nacimiento de ALFONSO, preferido por varón.
Al morir el condestable de Castilla, Álvaro de Luna, Juan II de Navarra firma la paz con Juan II de Castilla.
Habiendo sido ejecutado el condestable de Castilla, ÁLVARO de Luna, JUAN II de Navarra aprovecha el subsiguiente triunfo de la nobleza castellana para firmar con JUAN II de Castilla, en la fecha, la paz entre ambos reinos. El casi simultáneo divorcio de ENRIQUE, heredero de Castilla, y BLANCA, hija de JUAN II de Navarra, no parece tener graves repercusiones para el rey navarro, ya que BLANCA es más partidaria de su hermano CARLOS que de su padre.
El reinado de Enrique IV, estará marcado por la preeminencia de la nobleza como fuerza gobernante.
Los nobles codician, sobre todo, los grandes maestrazgos de las ordenes militares (Santiago, Calatrava, Alcántara) fuentes de riqueza, de prestigio y de poder. ENRIQUE IV se anda con rodeos, arbitra, duda en tomar partido con franqueza entre los clanes rivales. Tiene junto a él a los hermanos Juan Pacheco, marqués de Villena, y Pedro Girón, maestre de Calatrava, que dirigen todos sus actos. Su reinado, la política de sus validos, estará marcado por la preeminencia de la nobleza como fuerza gobernante. No obstante, se termina por observar la ascensión de Beltrán de la Cueva, un advenedizo, convertido en el hombre de confianza del rey. Los nobles lo envidian y lo temen. Los nobles coaligados intentan debilitar el poder real, imponer su voluntad y asegurarse el primer lugar en el estado.