Las ingentes donaciones recibidas por los cluniacenses provocan la decadencia moral de la orden, por lo que se impone un retorno a la pureza original de la regla de S.BENITO. En Citeaux, abadía situada a 23 km al sur de Dijon (Francia) el abad ROBERT de Molesme y un grupo de 21 benedictinos abandonan, en la fecha, este opulento monasterio y se retiran al desierto de Citeaux para vivir con mayor rigor y pureza la regla de S. BENITO. Para ello, recurren a un mayor aislamiento, a normas más estrictas en lo relativo al silencio y a la dieta y a una insistencia en el trabajo manual que llega a convertir a los cistercienses en grandes colonizadores. Nace así una nueva orden -la Orden Cisterciense (la orden de los monjes blancos)- religiosa, organizada y consolidada de manera definitiva por los abades Alberico (1100-1109) y Esteban Harding (1109-1133).
