Concluye el Concilio de Burdeos con las condenas a muerte de PRISCILIANO.


Concluye el Concilio de Burdeos con las condenas a muerte de PRISCILIANO -que está en Tréveris solicitando sin éxito el amparo del emperador- y de algunos de sus adeptos. El emperador MÁXIMO envía dos comisarios a Hispania para depurar las sedes episcopales de todo rastro de priscilianismo, iniciándose una cadena de ajusticiamientos y deportaciones que acaban por despertar las iras de sectores de la iglesia oficial descontentos con el curso de los acontecimientos. MARTÍN de Tours, Jerónimo en Roma y Ambrosio de Milán representan una facción dentro del cuadro de ortodoxos leales a Roma, que se ha opuesto desde un principio a la injerencia imperial en asuntos eclesiásticos.