CARLOS V, por una Pragmática sanción de este año, decreta que las 17 provincias del Círculo de Borgoña o Países Bajos, sean vinculadas al reino de Castilla, que al cabo de poco tiempo debía heredar su hijo FELIPE. La integración del conjunto de los Países Bajos en la soberanía de la Corona de Castilla significaba sustraerlos al Imperio alemán, a sus tribunales de justicia y a las decisiones de la Dieta Imperial. Pero CARLOS V no había querido uniformizar los distintos reinos de su imperio y por eso preservó también en este caso, la personalidad de todos ellos, potenciando en los Países Bajos el protagonismo de la nobleza (los Orange, Egmont, Berghes, Montmorency…) en el Consejo de Estado, en el Consejo Privado y en el de Finanzas, así como en las asambleas de las provincias (Estados Particulares) y en las del conjunto de todo el país (Estados Generales). El gobernador, por otra parte, representaba al rey, siendo siempre una figura relevante en la corte. Y, por fin, el «stadhouder» («estatúder» en castellano) era el encargado de las fuerzas armadas en cada una de las provincias que poseían un ejército propio.
