Felice Peretti es coronado papa con el nombre de SIXTO V (1.5.1585 – 27.8.1590). Franciscano, predicador ? inquisidor. Numerosos son los problemas que el difunto papa Gregorio XIII ha legado a su sucesor, entre los que destacan los problemas de orden público y su enfrentamiento con la reina inglesa Isabel I. En sólo cinco años de pontificado, dotará a Roma de un acueducto y de una nueva red viaria, convirtiéndola en una de las capitales más modernas de finales del S. XVI y dotando a la ciudad de este aspecto monumental que todavía conserva. A Sixto V le han llamado el Papa «más decisionista» de la historia. Es un hombre de carácter. De él se dirá q?ue es un hombre «terrible, imperioso y arrogante» e incluso que está «emparentado con el diablo».
SIXTO V (Papa)(1585-1590)
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Papa incontrastado y sin escrúpulos, SIXTO V imponía sus decisiones con voluntad de hierro.
El nuevo papa, hombre curtido en los tribunales de la inquisición, es el indicado para enfrentarse al bandidaje instituido en el que ha quedado sumida Italia a la muerte de su predecesor Gregorio XIII. Sirviéndose del cardenal Colonna persigue ferozmente a cuantas cuadrillas de malhechores esparcen sus hazañas por campos y ciudades, y pronto el puente de Sant’Angelo se convierte en una nutrida exposición de cabezas de enorme poder disuasorio. Lo doloroso es que, cuando la temible policía vaticana se queda sin tajo por falta de salteadores lo bastante osados como para enfrentarse a los brutales métodos del papa, se dedica a hostigar con idéntico celo y rigor a prostitutas, ladronzuelos y demás chusma bribona. SIXTO V se crea una merecida imagen de amo cruel y concita sobre sí el odio de sus súbditos. Consciente el propio pontífice de que el pueblo romano no habrá de erigir una estatua en su memoria una vez fallecido, se la dedica él mismo en vida en la cima del Capitolio; no debe contar con que los oprimidos ciudadanos de Roma ni piensan ofrendársela, ni están dispuestos a tolerar un acto de egolatría de aquella naturaleza, y les faltará tiempo para echar la estatua a tierra en cuanto hayan echado tierra sobre su titular.
El Papa SIXTO V reforma en tiempos insólitamente breves el gobierno de la Iglesia y del Estado.
El Papa SIXTO V con la celeridad que caracteriza todas sus empresas, reforma en tiempos insólitamente breves el gobierno de la Iglesia y del Estado. La propiedad de los bienes es reorganizada de dos maneras: una rigurosa investigación de las escrituras de propiedad, que aporta gran cantidad de ingresos al papado, y la fundación de los «Monti» o depósitos bancarios para los fondos del Estado. Con ambos métodos amasa un tesoro de cuatro millones de scudi de oro que deposita en el castillo de Sant’Angelo. Sanea la zona pantanosa del sur de la capital, financia el ejército de FELIPE II contra Inglaterra… Dicen de él que más que un Papa es un ciclón.
En busca de la «Cittá Felice», SIXTO V hizo de Roma esa ciudad escenográfica y atractiva que es hoy.
En busca de la «Cittá Felice», SIXTO V hace de Roma esa ciudad escenográfica y atractiva que es hoy; una capital en la que el peregrino puede admirar los grandes monumentos paganos de la antigüedad pero «purificados» con elementos sagrados, como es el caso de las imponentes columnas Antonina y Trajana, que el Papa cuida y deja en su lugar no sin antes «cristianizarlas», rematándolas con grandes esculturas de S. Pedro y S. Pablo, o bi sustituyendo la lanza de Minerva por una cruz en el Capitolio. El Papa quiere que toda la ciudad de Roma cante el triunfo de Cristo sobre el paganismo con monumentos que a la vez den testimonio concreto e inequivoco de las dimensiones sólidas y materiales de su propio poder.
SIXTO V excomulga a ENRIQUE de Navarra. Guerra de los tres Enriques.
SIXTO V excomulga a ENRIQUE I de Navarra. Éste inicia la última guerra de religión, la «guerra de los tres Enriques» (ENRIQUE de Guisa, ENRIQUE de Francia y ENRIQUE de Navarra)
Con un esfuerzo y una técnica maravillosos SIXTO V hizo transportar el gigantesco obelisco del circo de Nerón a la plaza de S. Pedro.
Con un esfuerzo y una técnica maravillososa SIXTO V hace transportar el gigantesco obelisco del circo de Nerón, a la plaza de S.Pedro. Tiene 25 m de altura y un peso de 4.500 toneladas. Son precisos 800 hombres y 140 caballos, pero el Papa logra su objetivo, y el obelisco sigue allí, en el centro de la plaza, desde el 10 de noviembre de 1585. SIXTO V hace colocar, también, los otros tres grandes obeliscos que se levantan frente a las basílicas de S. Juan de Letrán y de Santa María la Mayor y en la plaza del Popolo.
MARÍA Estuardo, reina de Escocia, es decapitada, con hacha, en el castillo de Fotheringay.
MARÍA Estuardo, reina de Escocia, es decapitada, con hacha, en la fecha, en el castillo de Fotheringay, a los 44 años de edad. A pesar de la escena final de la ópera María estuardo de Donizetti en la que se produce un «tour de force» entra ambas soberanas -que, por cierto, fue censurada durante un tiempo- MARÍA e ISABEL jamás llegaron a verse las caras. La ejecución fue un verdadero desastre. MARÍA no lo puso fácil, se vistió toda de rojo (color que se atribuye a las mártires para la Iglesia católica), el juez que asistió a la ceremonia, ordenó que los fieles sirvientes de María dejasen la sala, María con la autoridad que suponía como antigua Reina convenció al juez para que les permitiera este mínimo lujo, que como reina se merecía. Por otra parte, parece que el verdugo necesito más de un golpe para cortarle el cuello de la reina, (ya sea por el nerviosismo de matar a un monarca o por mala suerte). También contarán las crónicas, que cuando el verdugo levantó la cabeza para mostrarla a los presentes, esta cayó escaleras a bajo, ya que se había desprendido de la peluca.
La invasión de Inglaterra que Felipe II ha planeado está justificada por los príncipes católicos.
La invasión de Inglaterra que FELIPE II ha planeado en tantas ocasiones alcanza una justificación que los príncipes de los estados católicos no pueden censurar. Se trata de vengar un acto criminal y arbitario, de frenar la herejía, de hacer valer los derechos de la soberana difunta. De nuevo catolicidad se opone a protestantismo. El Papa SIXTO V promete, aunque tibiamente, su ayuda a FELIPE II contra la reina excomulgada. Francia se halla envuelta en sus contiendas civiles, Alemania ejerce su neutralidad implacable y España toma la antorcha de la venganza.
También hacia Inglaterra y su reina se dirige la belicosidad pontificia.
También hacia Inglaterra y su reina se dirige la belicosidad pontificia. Quiso unir a las naciones católicas contra ISABEL I de Inglaterra, pero se ve decepcionado al comprobar que no anida ya en las cortes europeas el viejo espíritu de cruzada, y que la defensa de la fe no mueve ejércitos, salvo que medien otros intereses más tangibles y materiales. Al menos puede confiar en que FELIPE II sí tiene sobradas razones para empeñarse de lleno en la empresa de Inglaterra. Apela al soberano español con su peculiar y característico tono irritantemente conminativo exigiéndole, más que pidiéndole, que ejecute «alguna empresa famosa» en pro de la religión y contra Isabel I. FELIPE, que suele realizar anotaciones marginales en los documentos que él mismo lee y despacha, apunta en la misiva papal: «¿No les debe parecer famosa la de Flandes, ni deben pensar lo que se gasta en ella? Poco fundamento tiene lo de Inglaterra».
FELIPE II acabará enviando, con la bendición papal, la malograda «Armada Invencible» cuyo desastre tendrá tiempo de lamentar SIXTO V.
No obstante, dada la insistencia del papa SIXTO V, FELIPE II instruye a Olivares, embajador ante el sumo pontífice, para que se cerciore de la auténtica voluntad de éste en aquel asunto y obtenga de su parte un compromiso formal de colaboración económica y de respaldo político. El papa ofrece éste último sin límites y el económico con cicatería: ni la mitad de los gastos, como se pretende en principio, ni un millón de ducados, como al final se le pide; promete 300.000 y sin demasiadas garantías. O así le ha debido parecer al monarca español que, ante la contingencia de que pueda no efectuarse el pago por fallecimiento de quien lo afianza con su palabra, hace que el colegio cardenalicio jure cumplir, llegado el caso, con la obligación asumida por el papa. FELIPE II acabará enviando en 1588, con la bendición papal, la malograda «Armada Invencible» cuyo desastre tendrá tiempo de lamentar SIXTO V durante los dos años que aún sobrevivirá.